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En el minuto 100, en la prórroga, Antoine Griezmann se inventó un golazo, marcó la diferencia definitiva y cambió el derbi de los octavos de final de la Copa del Rey para culminar la resistencia del conjunto rojiblanco, sometido casi siempre por el Real Madrid, al que doblegó invariablemente por el 4-2 al borde del final de Riquelme.
No le bastó el 1-0 de Samuel Lino, de repente en el minuto 38, empatado por Luka Modric en un fallo estrepitoso de Jan Oblak cerca del descanso. Ni tampoco el 2-1 de Morata, en un error mayúsculo de Lunin en el 57, nivelado en el 82 por Joselu para forzar otro tiempo extra en el derbi, desequilibrado por el máximo goleador de la historia del Atlético: 175 tantos.
Un golazo. La resolución de un duelo menos espectacular, sin punto de comparación, con el de hace una semana en la Supercopa de España. Dominado por el Real Madrid, sobrevivido por el Atlético, ganador en el mismo espacio de tiempo que casi siempre le tocó perder contra el “eterno rival”. Griezmann varió la historia.
El Barcelona, por su parte, se clasificó para los cuartos de final al vencer al Unionistas de Salamanca a domicilio (1-3), con goles de Ferran Torres, Jules Kounde y Alejandro Balde para remontar el tanto inicial de Álvaro Gómez.