Román Castro, campeón centroamericano de BMX freestyle, lleva consigo el título ganado en una disciplina que, inicialmente, fue creada como práctica urbana, transformada en deporte olímpico en Tokio 2020. La esencia de esta rama radica en la competencia entre ocho ciclistas que desafían una pista repleta de saltos, curvas cerradas y obstáculos.
En esta rama, los riders ejecutan rutinas compuestas por secuencias de trucos realizados en terrenos llanos, calles, saltos de tierra o rampas construidas. En la competición, la calidad de la actuación determina la puntuación de los deportistas, quienes buscan destacar en cada paso.
Castro se sumergió en este deporte desde los 4 años, guiado por la inspiración de sus hermanos mayores. A los 13, dio inicio a su participación en carreras, y descolló en 2005 con un segundo lugar en el evento centroamericano. En 2006, alcanzó la cima al lograr el primer lugar en la misma actividad y repitió el éxito en el Campeonato Centroamericano Urbanica, Nicaragua 2012.
A pesar de hacer pausa debido a un accidente, Castro retomó sus prácticas y, actualmente, equilibra su pasión por este ejercicio con su dedicación a la fotografía y videografía deportiva, pues con su lente captura la destreza de atletas nacionales e internacionales que comparten su devoción por esta actividad considerada extrema.
“Practicarlo no solo impulsa el desarrollo muscular, estimulando brazos y hombros, sino que también intensifica la actividad cardiaca de manera significativa”, reconoció el entrevistado.
“En cuanto a trucos, el repertorio incluye el barspin, tailwhip, x-up, crankflip y variantes extremas como backflip, frontflip, flair, tobogán y superman”, agregó. En la diversidad de maniobras destacan la creatividad y destreza de los pedalistas, enriqueciendo la esencia del BMX freestyle como una actividad llena de desafíos y expresión artística sobre ruedas.