Patricia García Sánchez
Escritora y musicóloga
Durante la Guerra Civil, como su maestro tuvo que escapar de Barcelona, empezó a escribir. También le dedicó a su entonces novio, Joan Torra, “alguna obrita de piano o un lied”. Mudas durante décadas, las partituras originales sonaron en público por primera vez en 1987, cuando Carlota Garriga interpretó un puñado en un concierto homenaje.
Más tarde, Alba Ventura estrenó dos piezas y la soprano Marisa Martins cantó algunas más. Finalmente, en 2016, la pianista Marta Zabaleta y otros cuatro intérpretes grabaron un álbum doble con su obra completa, y se llevó a cabo también la revisión de las partituras editadas por la casa Boileau. Alicia de Larrocha nunca valoró la posibilidad de publicar aquellas composiciones. “Si las veo, me hacen soltar la carcajada”, llegó a confesar en una ocasión.
A partir de los años sesenta, coincidiendo con el auge de su proyección internacional, abandonó la costumbre de escribir. A lo largo de más de siete décadas, ofreció más de 4 mil conciertos en 59 países; en los principales escenarios de Europa, Estados Unidos y Japón, y con orquestas y directores de gran prestigio, como André Previn, Rafael Frühbeck de Burgos o Georg Solti. En Pecados de juventud encontramos una serie de exquisitas miniaturas sonoras con un lenguaje propio a caballo entre la poesía y la solidez compositiva.
Una joven Alicia demuestra dominio extraordinario del lenguaje musical y de su instrumento.
Estos versos musicales de claro estilo romántico derrochan rigor, frescura y sensibilidad. En ellos, las evidentes reminiscencias a Bach, Schumann, Soler o Scarlatti se entremezclan con el jazz, el impresionismo y el folclore catalán. Una música pura y sin rastro de atonalidad u otros elementos de vanguardia tan de moda en la época. El amor es un tema constante, pero también hay sueños infantiles, juegos, tardes de primavera, suites, sonatas e invenciones.
En Romanza para piano y violonchelo, que Alicia de Larrocha dedicó con 12 años a su hermano Ramón, desarrolla, en menos de dos minutos, un tema bello, lírico y equilibrado entre ambos instrumentos. Y La cajita de música es una delicia repleta de saltos diminutos, como confeti en una fiesta de cumpleaños. En lo que parecen pequeños experimentos y travesuras, una joven Alicia demuestra dominio extraordinario del lenguaje musical y de su instrumento.
Son composiciones sutiles, brillantes, bellas y delicadas. Sin duda, representan de forma contundente su manera de entender el mundo, de comunicarse y de explorar el teclado. Más que pecados son tesoros.