Sofía Salas Ibarra
Profesora Titular, Centro de Bioética, Facultad de Medicina
Al celebrar el aniversario 75 de la Declaración Universal de Derechos Humanos, todos debiéramos recordar que estos existen para empoderar a las personas, proteger sus vidas y su dignidad y frenar los peores impulsos de la humanidad.
El pasado 10 de diciembre se cumplieron 75 años desde que la Asamblea General de las Naciones Unidas, reunida en París, proclamó la Declaración Universal de Derechos Humanos (DUDH). Ante tan importante aniversario, vale la pena preguntarse qué tan vigente sigue estando dicho documento.
Tal como lo señala en su preámbulo, esta Declaración surge en respuesta a las atrocidades dadas a conocer al término de la Segunda Guerra Mundial, los que se consideran como “actos de barbarie ultrajantes para la conciencia de la humanidad” y es concebida como el “ideal común por el que todos los pueblos y naciones deben esforzarse” para promover el respeto a estos derechos y libertades.
Un aspecto interesante es el rol clave que tuvieron connotadas mujeres en impulsar esta Declaración. Una de ellas fue Eleanor Roosevelt.
En sus 30 artículos, contiene dos que están dedicados a los deberes, que vale la pena recordar una y otra vez: “Todos los seres humanos nacen libres e iguales en dignidad y derechos y, dotados como están de razón y conciencia, deben comportarse fraternalmente los unos con los otros” (Art. 1); y “Toda persona tiene deberes respecto a la comunidad, puesto que solo en ella puede desarrollar libre y plenamente su personalidad” (Art. 29.1).
Las cruentas guerras que actualmente se desarrollan en distintas partes del mundo ponen en evidencia cuán lejos estamos de este ideal de fraternidad y de los deberes respecto de la comunidad en que vivimos. Un aspecto interesante es el rol clave que tuvieron connotadas mujeres en impulsar esta Declaración. Una de ellas fue Eleanor Roosevelt, quien presidió el comité de redacción de la DUDH y quien es reconocida como la fuerza impulsora para su adopción.
Otra es Hansa Mehta, de la India, reconocida impulsora de los derechos de las mujeres. A ella se le debe haber cambiado la frase inicial que decía “Todos los hombres nacen libres e iguales” al de “Todos los seres humanos nacen libres e iguales…” de la actual redacción.
De hecho, mucho antes que existiera un lenguaje inclusivo, la DUDH usó términos como “seres humanos”, “persona”, “todo individuo” o “nadie”, evitando así referirse a “todo hombre”. Minerva Bernardino, de la República Dominicana, fue fundamental al argumentar a favor de la inclusión de “la igualdad de hombres y mujeres” en el preámbulo de la DUDH.
A su vez, Begum Shaista Ikramullah, de Pakistán, abogó por hacer hincapié en la libertad y la igualdad y fue una defensora de combatir el matrimonio infantil y los matrimonios forzados.