Andre Quispe Ferro
Revista Nuestro Tiempo
En la conferencia de Bilbao, Carlos Centeno y Julio Gómez, coordinador del Servicio de Medicina Paliativa del Hospital San Juan de Dios de Santurce, profundizaron en el impacto que tienen los cuidados paliativos en los pacientes, sus familias, los profesionales, los estudiantes de profesiones sanitarias y la sociedad.
“Cuando se cuida muy bien a una persona hay alivio en lo físico, lo psicológico y lo espiritual”, señaló Centeno frente a los alumni que se habían congregado. Las personas con enfermedades avanzadas viven desesperanzadas por la situación caótica en la que se encuentran. Suelen llegar a paliativos porque los médicos les han dicho que no hay nada que hacer.
Sin embargo, en el departamento son de la opinión contraria, ya que los médicos procuran que el enfermo muera sanado de todo su sufrimiento. El alivio profundo, que se traduce en sanación, y la seguridad, transformada en tranquilidad y paz, se cuentan entre los principales efectos de la medicina
paliativa en los pacientes.
Las familias aprecian mucho los ”microcuidados“: pequeños detalles como velar por un buen ambiente, los olores, los ruidos o voltear la almohada cada cierto tiempo.
El Hospital San Juan de Dios también cuenta con una carpeta en la que guardan las cartas de agradecimiento que recibe el departamento de paliativos. Julio Gómez recuerda que en una ocasión llegó una caja de bombones con una nota que decía: “Gracias por cuidar a mi abuelo como si fuera el suyo”.
Durante un tiempo, la nota colgaba de uno de los paneles en la zona de los profesionales, desde donde daba otro sentido al trabajo de los médicos que la veían. “Desde esa gratitud renovamos la vocación”, aseguró en el encuentro de Bilbao.
La gratitud, sin embargo, no siempre llega con cartas y bombones. Centeno afirma: “En el día a día la gratitud se percibe de modo inteligible. Ocurre en el silencio y viaja en la mirada o en la sonrisa dirigida al profesional”. En esos momentos, “el profesional se siente bendecido y nota que este modo de trabajar tiene algo de sublime”.
El agradecimiento coexiste, en muchas ocasiones, con el dolor que acompaña la pérdida de un ser querido. “Aunque no buscamos estar presentes, con el fin de respetar la intimidad, a veces los familiares nos avisan justo antes [de la muerte del paciente]. Nos corresponde confirmar el fallecimiento y ofrecer condolencias y disponibilidad a la familia, mientras permanecemos en un segundo plano.
El dolor en esos momentos se expresa de mil maneras. Cuando, en medio de todo, el familiar se olvida por un instante de su dolor y te da las gracias, es señal de que la familia ha integrado al equipo en su seno y además valora cómo se ha cuidado a su familiar hasta el final”, narra.
Las familias aprecian mucho los “microcuidados”: pequeños detalles como velar por un buen ambiente, los olores, los ruidos o voltear la almohada cada cierto tiempo, en palabras de Carlos Centeno: “Transformar un lugar triste en algo cálido y tranquilo”; así como la dimensión relacional una serie de actitudes que favorecen el proceso de aceptación de la experiencia, que se expresan en la hospitalidad (acoger sin juicio al otro), la presencia (poner toda la atención en la persona enferma sin distracciones por lo anterior o lo que vendrá) y la compasión (que capta la experiencia de sufrimiento y se compromete con el paciente en cómo afrontarla).
Continuará…