DR. JORGE ANTONIO
ORTEGA G.
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En el transcurrir de más de un cuarto de siglo, los guatemaltecos no hemos logrado consolidar un proceso que nos permita visualizar la paz. Los diseños de los andamiajes no han lograron edificar la construcción de ese estado pleno de tranquilidad que nos permita visualizar el futuro a corto plazo, y menos a lo largo plazo.
¿Qué necesitamos hacer para diseñar esa ruta hacia la paz?, es muy sencillo, y es ponernos de acuerdo en que es necesaria para poder desarrollar a la nación y hacer próspero el futuro de las próximas generaciones.
La firma del Acuerdo de la Paz Firme y Verdadera entre el Estado de Guatemala y la Unidad Revolucionaria Nacional Guatemalteca (URNG), el 29 de diciembre de 1997, marca el fin del Conflicto Armado Interno (CAIn) e inicia una nueva época de paz que, en la teoría y con el afán político de esa época, buscaba sembrar la esperanza de un período de reconstrucción del tejido social con parámetros claros de desarrollo, prosperidad y convivencia pacífica.
Llegar a la firma de los Acuerdos de Paz se convirtió en un camino sinuoso, con interrupciones, obstáculos e intereses contrapuestos, que dio inicio en 1987 y que se alargó en el tiempo a más de 13 años, a pesar de la voluntad política y la necesidad de poner un alto al derramamiento de sangre entre compatriotas. Paralelo a nuestro deseo de alcanzar la paz para los guatemaltecos en Esquipulas, el 7 de agosto de 1987 fue firmada la declaratoria de Esquipulas II por los presidentes de Centroamérica, titulada: Procedimientos para establecer la paz firme y verdadera en Centro América.
”…la esperanza de un período de reconstrucción del tejido social con parámetros claros de desarrollo, prosperidad y convivencia pacífica.“
Esta se constituyó en una ruta sin retorno hacia la paz para todos los centroamericanos. Se confirma con ello que: “Los centroamericanos tenemos un pasado en común, un presente a compartir y un futuro a construir en paz”. Luego de un sinfín de reuniones en diferentes latitudes se lograron firmar diez acuerdos específicos previos al Acuerdo de Paz firme y duradera un 29 de diciembre de 1996.
El “Acuerdo sobre el fortalecimiento del poder civil y la función del Ejército en una sociedad democrática”, firmado en México D.F.,19 de septiembre de 1996 estableció en su inciso “C” varias modificaciones de las funciones del Ejército y criterios en su conducción, reducción, operatividad e inclusive, su reconversión.
La consulta para la modificación de los artículos la Constitución Política de la República de Guatemala dieron como resultado un no rotundo, por lo cual las administraciones políticas con base en presiones internas y externas buscaron alternativas para lograr satisfacer dichas exigencias de los opositores del Estado guatemalteco; por ejemplo, en tres gobiernos se redujo el presupuesto del Ministerio de la Defensa, los retiros “voluntarios”, y en un intento siniestro el gobierno de Óscar José Rafael Berger Perdomo redujo a la Institución Armada a su mínima expresión.
En igual forma las siguientes administraciones políticas hicieron maniobras en el limbo jurídico y presupuestario para limitar el actuar del Ejército de Guatemala hoy, la institución de amplia credibilidad. Paralelo a lo anterior, el Estado Mayor del Ejército con instrucciones del Despacho de la Defensa elaboró la Política de Defensa y su comunidad, estructuró los planes de regionalización y modernización para resolver las incógnitas de la posmodernidad, teniendo un horizonte amplio, claro y profundo de los acertijos para la institución y sus integrantes.
El éxito del plan fue apostar por la educación del capital humano en sus diferentes niveles, lo cual permite un desarrollo integral del estamento militar con beneficio directo a la sociedad guatemalteca, que demanda de la institución militar el cumplimiento de su misión constitucional, ser la respuesta inmediata y efectiva en los momentos de crisis.
Las oportunidades para el desarrollo y la participación del Ejército de Guatemala se fueron presentando; una de ellas fue el involucramiento de los contingentes guatemaltecos en las Operaciones de Paz que conduce la ONU; dicha actividad permitió convertir a los soldados guatemaltecos, hombres y mujeres, en embajadores de la paz. De todo lo firmado, es el Ejército el referente en el cumplimiento de la preservación de la paz en esta conmemoración nacional.