Mariana Betancourt, Claudia Burgos,
Paula Rodríguez y Ana Eva Fraile
Revista Nuestro Tiempo
Para mejorar su calidad de vida y desarrollar políticas públicas adaptadas a sus necesidades, la Comisión Europea promueve desde 2004 la Encuesta de Salud, Envejecimiento y Jubilación (SHARE, en inglés). Se trata de una de las infraestructuras de investigación más relevantes de la UE en Ciencias Sociales, con más de 140 mil participantes de 28 países.
Los datos se obtienen mediante entrevistas presenciales a personas mayores de cincuenta años. El cuestionario reúne un amplio número de parámetros sobre la salud física y psicológica, la situación económica y laboral y las redes de apoyo sociales y familiares. Cada dos años, se contacta de nuevo con los encuestados, un enfoque longitudinal que permite observar variaciones ante determinadas circunstancias, así como detectar efectos causales o la posible interacción entre ámbitos que suelen estudiarse de forma aislada.
En febrero de 2022 concluyó la octava ola de recogida de datos —interrumpida debido a la pandemia, pudo retomarse durante el verano de 2020 con encuestas telefónicas especiales— y se prevén dos más. En un momento de la conversación, los entrevistadores preguntan a los protagonistas con quién hablan sobre las cosas que les ocurren y les preocupan. Como recoge el informe, El reto de la soledad en las personas mayores, elaborado por la Fundación la Caixa, en 2020, los resultados correspondientes a la sexta ola revelaron que, en España, un 11 por ciento de la población de más de cincuenta años no mantiene comunicación diaria con nadie —ni familiares, ni amigos, ni vecinos, ni conocidos— para compartir asuntos personales. Asimismo, el 7 por ciento no tiene a nadie de quien se sienta emocionalmente cercano.
La red de información sobre envejecimiento en el mundo no para de crecer. Hoy día, China, Corea, Japón, la India, Brasil, México, Costa Rica, Egipto o Sudáfrica llevan a cabo estudios que pondrán a disposición de la comunidad científica y de los organismos públicos datos comparables relativos a entornos culturales muy diversos. Estas investigaciones ensanchan la senda iniciada en 1992 por Estados Unidos, con el Health and Retirement Study (HRS), y Reino Unido, que, al cabo de una década, puso en marcha el English Longitudinal Study of Ageing (ELSA).