Frank Gálvez
Locutor y Periodista
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A partir del 16 de diciembre se comienza a celebrar el novenario al que en Guatemala se le conoce como Las Posadas, porque la Virgen y San José viajan de Galilea a Belén, para cumplir con el empadronamiento decretado por las autoridades romanas, pidiendo albergue en dicho trayecto hasta llegar a Belén, en donde la noche del 24 la Virgen da a luz al Niño Dios.
Aparentemente las fuentes históricas indican una mayor antigüedad en la aludida celebración de las posadas para Guatemala con relación a otros países, pues recordemos que el padre fray Francisco Vásquez cita la actividad que a ese respecto desarrolló el Santo Hermano Pedro de San José de Betancourt.
Y es en esa culminación que todo el mundo llama a la noche de Navidad “Nochebuena” pero ¿Por qué? ¿Qué significado pretenden darle a esa velada con tal apelativo? Como lo dice el canto popular, es que aquella noche fue ¨Noche de Paz, Noche de Amor¨ y así lo cantamos todavía hoy, para darnos aliento y entusiasmar nuestros corazones.
”Honraré la Navidad en mi corazón y trataré de mantenerla durante todo el año“ (Charles Dickens).
Si es noche de paz y de amor, es Nochebuena; y por ello hay que reflexionar un instante: Nuestra Nochebuena este año, ¿será una noche de paz y de amor? Si no logramos que lo sea, es inútil que pretendamos decirle Nochebuena. Si este año no ha habido amor en nuestras vidas. Si reducimos todo a los regalos, las apariencias y el materialismo.
Si todo es la emoción de lo que se va a comer y a tomar. Si no hemos fundamentado la paz en nosotros mismos y con las personas que nos rodean. Y maximizando esto, si entre las sociedades no ha surgido el esfuerzo genuino y efectivo por la convivencia pacífica y humana, la Nochebuena que nos trajo el Niño Dios se habrá convertido en un mero eslogan, sin expresividad, significado o sentido.
De nosotros depende que las noches y los días sean buenos o definitivamente no lo sean. Meditemos junto a los nuestros el mensaje de Navidad: “Paz en la tierra a los hombres de buena voluntad”. Paz en el corazón, en el interior del hogar, paz con los compañeros de trabajo, amor con nuestros vecinos.
Una verdadera reconciliación de las enemistades para demostrar nuestra alegría sincera por la venida del Señor. Al final, la Navidad es fiesta en el cielo que se lleva en el alma. No olvidemos el cumpleaños de Quién estamos celebrando.