Dr. Jorge Antonio Ortega G.
Todo inicia con una disciplina de innovación, observar los cambios de intereses y necesidades del individuo, profundizar en las megatendencias y determinar por su comportamiento si van a desaparecer o se van a consolidar, fortalecer los métodos que son efectivos en este momento y extrapolarlos al futuro, tan sencillo como observar qué es lo que distingue a los catedráticos y los estudiantes que marcan la diferencia por sus resultados en el proceso.
Teniendo un panoraama extenso de los retos en la educación superior es posible rescatar la pauta de la enseñanza del futuro. El aprendizaje de la posmodernidad debe ser: Universal, Vitalicio y Permanente. ¡Tremendo reto!, pero no imposible si existe la voluntad política de su desarrollo con bases firmes y siempre con la óptica a la incertidumbre del destino.
La primera incógnita, una educación universal. ¿Qué necesita el individuo conocer y aprender en la posmodernidad?, y luego estandarizar por regiones hasta llegar a globalizar el conocimiento. El conocimiento universal está a la mano y a la distancia de un clic, pero para ello se necesita la pericia del operador del dispositivo electrónico, la cobertura de la conectividad y, a partir del primer paso, adoptar la tecnología como una plataforma multifunción al servicio del proceso y una herramienta espectacular para los usuarios.
Cambio del rol del maestro en la cual se desempeña como guía de sus pupilos, ¿quién con una luz se pierde? Algo muy importante en este tema es que el individuo con deseo de estandarizar su educación puede elegir a su mentor. ¿Qué es lo que necesita el individuo del siglo XXI conocer?, es la incógnita por resolver. ¿Idiomas?, ¿cuáles?, ¿Tecnología?, ¿Geografía?, ¿Matemáticas?, ¿Física cuántica? ¿Historia? La lista puede crecer hacia el infinito, pero lo fundamental es la construcción del conocimiento a través de la investigación, la colaboración y la sinergia que permiten las redes educativas y los motores de búsqueda especializados.
Al final, la necesidad y la curiosidad son la mezcla perfecta para activar el deseo de aprender y, por parte de los catedráticos o mentores, el compromiso de hacer su mejor esfuerzo para mantener la motivación de seguir la ruta crítica del conocimiento universal.
Las herramientas son múltiples para esta situación en particular, existen en la actualidad un sinfín de cursos gratuitos en línea en diversas universidades, de hecho, el aula para este siglo permite el aprendizaje en cualquier momento y lugar.
Se rescata lo expresado por Albert Einstein: “Yo no enseño a mis alumnos, solo les proporciono las condiciones en las que puedan aprender”. El aprendizaje vitalicio es el reto para toda la vida, y es lograr la facilidad, comodidad y seguridad de migrar en los procedimientos educativos, es decir, no abandonar el crecimiento profesional luego de alcanzado un grado académico.
Para lo anterior, es necesario mantener la motivación por conocer y aprender sobre algo determinado o diversificar el conocimiento, cualquier decisión en este sentido es buena, siempre y cuando se mantenga en el rumbo del aprendizaje de excelencia, en otras palabras, mejorar y siempre mejorar.
Parece muy simple el hecho del cumplimiento de la educación vitalicia, pero tiene sus obstáculos, uno de ellos es el poco interés del individuo por aprender, luego la falta del hábito de la lectura, el miedo a experimentar con nuevas ideas y cambios de costumbres, como afirma Alvin Toffler: “Los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer y escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y reaprender” el hecho en sí es integral desde reeducar nuestra forma de ver, mirar y observar, entender que la única constante de estos tiempos y los del porvenir es el cambio, y que cada día es más y más acelerado.
Aprendizaje permanente es como la rutina de hacer ejercicio, el cerebro necesita ejercitarse persistentemente día a día, no importa el horario ni la forma, pero es necesario. La disyuntiva radica en especialización o diversificación del conocimiento que se adquiere en el diario vivir. Es una decisión personal y primordial.