sábado , 23 noviembre 2024
Inicio Carlos Mérida (III)

Carlos Mérida (III)

Guillermo Monsanto 

[email protected]

Las Intenciones muralistas sobre un tema maya, realizadas en esmalte vidriado sobre cobre, ya manifiestan la iconografía que Carlos Mérida desarrollaría hasta el final de su vida, acaecido el 21 de diciembre de 1984.

Estas abstracciones, guardando las distancias conceptuales, encontrarían un diálogo interesante con los Sacerdotes danzantes mayas (1968) ejecutados con el mismo material en el Banco de Guatemala.

Carlos Mérida fue integrando otros trabajos plásticos en varias propiedades de la iniciativa privada. Quizás los más célebres sean los que estuvieron a punto de ser demolidos en 2018, localizados en la 13 calle 7-46 de la zona 9 y que movilizaron a diferentes sectores que lo defendieron hasta las últimas consecuencias. En el inmueble funciona actualmente un restaurante.

En este orden se pueden visitar dos murales más rescatados de propiedades que fueron demolidas en distintos momentos. El primero de ellos, creado cerca de 1960, se puede localizar en la Universidad Francisco Marroquín y se ubica en el frontón de entrada al auditorio Juan Bautista Gutiérrez.

Recibe la Orden del Quetzal en 1958.

El otro, que también estaba en una casa particular, fue conservado en la misma locación y es parte de un edificio con vistas a la calle perteneciente a la constructora Aicsa (9ª. calle 18-18, zona 14).  

A lo apuntado se suma un vitral que da luz a la entrada del edificio Bonaire, sobre la 20 calle y 6a. avenida, zona 14, inmediatamente después del Acueducto de Pinula. Estos son, apenas, unos pocos ejemplos de rescates vitales para la cultura artística de Guatemala. Sin embargo, no siempre se logra crear conciencia en los propietarios que venden o compran una casa para demolerla.  

En el campo gráfico, Mérida desarrolló una intensa labor creativa. Tanto en sus carpetas conmemorativas con temas folclóricos de Guatemala y México, como en el resto de su producción, hay un legado impregnado de cosmopolitismo. Son estas estampas, litografías, serigrafías y otros medios, un ejemplo de su universalidad. De hecho, el Museo Nacional de Arte Moderno de Guatemala posee la colección más completa de grabado meridiano de América Latina.  

Como diseñador también tuvo una presencia destacada. Tempranamente, por ejemplo, ilustró la portada del libro de Rafael Arévalo Martínez El hombre que parecía un caballo.  También, esto en 1924, crea el logotipo para el vespertino El Imparcial. Además, en 1952 confeccionó la portada del II Festival de Cultura y Arte de la Antigua Guatemala.  

El internacional Carlos Mérida jamás se nacionalizó mexicano, aunque quiso mucho a esa nación. Esto le atrajo algunos contratiempos, pero nació y murió siendo un chapín de corazón. Su obra, su influencia y su presencia en Guatemala entre 1910 que expuso la primera vez y 1984 se puede rastrear de diferentes formas.  Es, sin lugar a duda, una de las grandes figuras del arte nacional.

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Estas abstracciones, guardando las distancias conceptuales, encontrarían un diálogo interesante con los Sacerdotes danzantes mayas (1968) ejecutados con el mismo material en el Banco de Guatemala.

Carlos Mérida fue integrando otros trabajos plásticos en varias propiedades de la iniciativa privada. Quizás los más célebres sean los que estuvieron a punto de ser demolidos en 2018, localizados en la 13 calle 7-46 de la zona 9 y que movilizaron a diferentes sectores que lo defendieron hasta las últimas consecuencias. En el inmueble funciona actualmente un restaurante.

En este orden se pueden visitar dos murales más rescatados de propiedades que fueron demolidas en distintos momentos. El primero de ellos, creado cerca de 1960, se puede localizar en la Universidad Francisco Marroquín y se ubica en el frontón de entrada al auditorio Juan Bautista Gutiérrez.

Recibe la Orden del Quetzal en 1958.

El otro, que también estaba en una casa particular, fue conservado en la misma locación y es parte de un edificio con vistas a la calle perteneciente a la constructora Aicsa (9ª. calle 18-18, zona 14).  

A lo apuntado se suma un vitral que da luz a la entrada del edificio Bonaire, sobre la 20 calle y 6a. avenida, zona 14, inmediatamente después del Acueducto de Pinula. Estos son, apenas, unos pocos ejemplos de rescates vitales para la cultura artística de Guatemala. Sin embargo, no siempre se logra crear conciencia en los propietarios que venden o compran una casa para demolerla.  

En el campo gráfico, Mérida desarrolló una intensa labor creativa. Tanto en sus carpetas conmemorativas con temas folclóricos de Guatemala y México, como en el resto de su producción, hay un legado impregnado de cosmopolitismo. Son estas estampas, litografías, serigrafías y otros medios, un ejemplo de su universalidad. De hecho, el Museo Nacional de Arte Moderno de Guatemala posee la colección más completa de grabado meridiano de América Latina.  

Como diseñador también tuvo una presencia destacada. Tempranamente, por ejemplo, ilustró la portada del libro de Rafael Arévalo Martínez El hombre que parecía un caballo.  También, esto en 1924, crea el logotipo para el vespertino El Imparcial. Además, en 1952 confeccionó la portada del II Festival de Cultura y Arte de la Antigua Guatemala.  

El internacional Carlos Mérida jamás se nacionalizó mexicano, aunque quiso mucho a esa nación. Esto le atrajo algunos contratiempos, pero nació y murió siendo un chapín de corazón. Su obra, su influencia y su presencia en Guatemala entre 1910 que expuso la primera vez y 1984 se puede rastrear de diferentes formas.  Es, sin lugar a duda, una de las grandes figuras del arte nacional.

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