Fotos: EFE
El Shakhtar Donestk, en su exilio hamburgués, dio la gran sorpresa y derrotó ayer al Barcelona (1-0) en un nuevo ejercicio fallido de los de Xavi Hernández, que desperdiciaron la primera ocasión que tenían para certificar su pase a los octavos de final de la Liga de Campeones.
Para el Barcelona el partido fue una pesadilla, un examen perdido, de un equipo sin rumbo y que
resta credibilidad en cada encuentro. En Hamburgo, bastó un gol del 9 ucraniano Sikan, en el minuto 40, para cerrar el cotejo.
Si después de ganar en el descuento y con muchas dudas en su juego en San Sebastián, la justificación de Xavi Hernández fue el síndrome posclásico; en Hamburgo se repitió la misma dinámica.
No hubo noticias del Barsa durante la primera parte, donde no llegó ni a rematar entre los tres palos. Con un futbol plano, sin desborde y demasiado previsible, los azulgranas persiguieron las camisetas naranjas de los ucranianos durante demasiados minutos, frente a un equipo que sí tuvo claro a qué jugar desde el inicio.
Volvió el Barsa a su dibujo clásico, un 4-3-3 con dos laterales y la pareja de centrales formada por Araújo y Christensen, que fue de lo mejor de los catalanes durante muchos minutos.
En la media, Oriol Romeu volvió a mostrarse muy gris, Gündogan no estaba fino al volante y Gavi ofreció poco más que sacrificio. Arriba, la tripleta de delanteros pasó inadvertida muchos minutos. A Lewandowski no le llegaban balones y los dos extremos (Raphinha y Ferrán) nunca desbordaron.
Vista la situación, el partido en Montjuïc frente al Oporto resultará clave para el desarrollo del grupo.