Sin lugar a dudas, los resultados alcanzados por el Gobierno con el Programa de Alimentación Escolar (PAE) han trascendido lo académico, al convertir esta estrategia en la punta de lanza de cambios sociales que marcarán un antes y un después en materia de seguridad alimentaria y nutricional y prosperidad económica.
Para evidenciar lo anteriormente expuesto, conviene recordar que, en tres años y 10 meses de gestión, la administración que lidera el presidente Alejandro Giammattei no solo consolidó este beneficio, sino que lo amplió a todos los niveles de enseñanza pública. De esa cuenta, en cada una de las entregas que se programan al año (siete en 2023), se alcanza a más de 3 millones de niños y jóvenes.
Además, con esta iniciativa, que forma parte crucial de la Gran Cruzada Nacional por la Nutrición (GCNN), el Organismo Ejecutivo logró aumentar la matrícula escolar en porcentajes pocas veces vistos. Por ejemplo, de 2020 a 2023 el ingreso a preprimaria subió 13.31 por ciento, mientras que en primaria creció 18.22 por ciento y en básicos, 7.68 por ciento.
Adicionalmente, el programa estimuló la producción agrícola en las comunidades, las que se convirtieron en proveedoras de alimentos, lo cual redundó en el despegue económico de los 340 municipios de la república. Conviene recordar que la ley que regula esta política ordena que el 70 por ciento del efectivo destinado para las compras (Q2846.3 millones en lo que va del año) debe dirigirse a los pequeños labradores, quienes están debidamente organizados y registrados.
Para completar el círculo virtuoso en que se ha convertido el PAE es preciso referir el papel que juegan los progenitores de los estudiantes, quienes han integrado las llamadas Organizaciones de Padres de Familia (OPF), instituciones que asumieron la responsabilidad de certificar la calidad y probidad del proyecto, mediante la escogencia de los menús y la administración de los recursos.