David Lepe
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Foto: Archivo
Si gran parte de los ochentas me la pasé vistiendo un chaleco y soñando que podía andar en patineta sin romperme la cabeza, puedo aducir como culpable de eso a Michael J. Fox. Este actor canadiense-estadounidense es un ícono ochentero. Nos conquistó con su interpretación de Marty McFly, su encantador e incrédulo personaje en Back to the Future (1985).
Después de eso, puedo asegurar que he visto casi todas sus películas. Inclusive, y ya en el Siglo 21, me encantaron sus tan extravagantes como conmovedoras apariciones en las series de televisión Scrubs, como un brillante pero problemático cirujano con trastorno obsesivo-compulsivo; después, en The Good Wife, interpretando a un manipulador abogado con una condición neuronal.
Así que, al ver el documental Still: A Michael J. Fox Movie (2023), en Apple TV, me sorprendió la valentía y sencillez con que el actor relata su propia historia. Este nos regresa en el tiempo y sin necesidad de un Delorean (¿captaste la referencia?). Podemos notar que desde sus años escolares aparentaba menos edad. Era un duende, afirma Michael en el filme.
No deja pasar una oportunidad para hacer una broma acerca de la enfermedad.
También nos cuenta cómo estuvo a punto de ahogarse en la pobreza al haber apostado por su talento en la actuación. Combinan su narración con una maravillosa edición en la que utilizan grabaciones de detrás de cámaras de la serie Family Ties y escenas de filmes como Teen Wolf (1985), Bright Lights, Big City (1988), Casualties of War (1989) y Doc Hollywood (1991), entre otras.
Y nos muestra algo de lo que se ha hablado mucho, pero mostrado poco: Los avances del párkinson en su cuerpo. Primero, comenzó con un dedo de su mano izquierda, para después correrse a su brazo. De manera muy audaz, el actor hacía movimientos especiales, coreográficos, durante las filmaciones para esconder los temblores involuntarios de su mano, y para soportar la presión de sus extensas horas de trabajo y de esconder su enfermedad, pues bebía mucho alcohol.
Michael confiesa que durante los primeros días del diagnóstico, al leer los panfletos del mal de Parkinson, solamente podía sentir que sería derrotado. Debe de ser el precio cósmico por mi éxito, comenta el actor. Pero dentro de toda esta densa historia, se deja ver a un Michael J. Fox divertido.
No deja pasar una sola oportunidad para compartir una broma o un chiste acerca de la enfermedad. Cuando se le pregunta cómo se ve dentro de 20 años, sus cejas se fruncen y analiza su respuesta durante unos segundos.
Después expresa: Estaré muerto o seré un pepino conservado en vinagre”. A esto se le suma un momento del divertidísimo episodio de Curb Your Enthusiasm, en el que Larry David está convencido de que Michael tiene acciones que lo molestan y se excusa con su enfermedad. En la escena, le entrega a David un refresco carbonatado, el cual explota en sus manos.
Lo hiciste a propósito, acusa Larry. Michael solo lo ve, levanta los hombros y responde: “Parkinson”. Por cierto, la palabra que titula este documental, Still, puede referirse tanto a la rigidez y los temblores de los pacientes de párkinson; como también a la traducción aún, señalando que Michael está aquí y que aún ríe, llora, triunfa, cae… vive.