Alvaro González Ricci
Banco de Guatemala
Como comenté en este mismo espacio hace solo unos meses, luego de verse afectada por diversos
factores externos, la inflación en Guatemala, tal como lo anticipamos, se ha venido desacelerando desde su máximo en febrero de este año, de tal forma que, a partir de junio retornó a niveles consistentes con la meta de inflación de 4.00 por ciento +/- 1 punto porcentual determinada por la Junta Monetaria y en su última lectura, correspondiente al mes de agosto, se situó en 4.47 por ciento; además, estimamos que la inflación permanecerá dentro de la meta de inflación en lo que resta de 2023 y durante 2024.
El comportamiento reciente de la inflación no responde únicamente a la disipación de las presiones de carácter externo, como la reducción de los costos de transporte internacional, la normalización en las cadenas mundiales de suministro y los menores precios de las materias primas en los mercados internacionales, en especial del petróleo y sus derivados y de algunos alimentos relevantes para el país;
sino también a la adopción de medidas de política monetaria por parte del Banco de Guatemala, en conjunto con otras acciones del gobierno central, las cuales, como indiqué la otra vez, han contribuido a promover la estabilidad en el nivel general de precios.
La Junta Monetaria, actuando de conformidad con su alto grado de compromiso con el objetivo fundamental del banco central, ha continuado garantizando la estabilidad en el nivel general de precios a mediano plazo.
En efecto, las acciones oportunas de política monetaria adoptadas por el Banco de Guatemala, así como su credibilidad, han sido transcendentales para garantizar que las expectativas de inflación a mediano plazo se sitúen en niveles compatibles con la meta de inflación y para contener los efectos de segunda vuelta derivados del alza de los precios de los combustibles y los alimentos sobre la inflación, favoreciendo así una rápida convergencia de la inflación a la meta; convergencia que, dicho sea de paso, varios bancos centrales de la región, y del mundo, todavía están procurando conseguir.
Es importante destacar que, dado que las presiones inflacionarias registradas en los últimos meses responden a factores externos, la política monetaria se ha ido adecuando de manera gradual, sin necesidad de llegar a adoptar una postura restrictiva;
siendo así que la tasa de interés líder de política monetaria se incrementó de 1.75 por ciento a 5.00 por ciento, es decir, solo 325 puntos básicos a lo largo de 12 meses (de mayo de 2022 a abril de 2023); mientras que las tasas de interés de mercado han permanecido en niveles relativamente bajos.
Esto, a diferencia de lo que ha ocurrido en muchos otros países, donde las tasas de interés de política monetaria se ajustaron con antelación y en mayor magnitud, afectando negativamente su actividad económica.
De tal cuenta, la Junta Monetaria, actuando de conformidad con su alto grado de compromiso con el objetivo fundamental del banco central, ha continuado garantizando la estabilidad en el nivel general de precios a mediano plazo y, al mismo tiempo, ha respaldado el desempeño positivo que la economía guatemalteca ha mantenido en los últimos años, a pesar del entorno económico internacional tan cambiante y complejo.
No obstante lo anterior, resulta necesario reconocer que todavía se enfrentan retos significativos, como reforzar el anclaje de las expectativas de inflación a corto plazo, asegurarse que la inflación efectivamente se estabilice en un nivel bajo y lidiar con un entorno de elevada incertidumbre, por lo que la Junta Monetaria continuará tomando las medidas más prudentes y adecuadas, lo cual ha tenido un papel muy importante para el aumento de la resiliencia del país frente a los choques externos e internos y, por tanto, para preservar la estabilidad macroeconómica, activo que es muy valioso y necesario para promover el desarrollo económico del país.