Redacción, Deportes, EFE. Alemania logró este viernes en Manila (Filipinas) lo que parecía imposible: dejar a Estados Unidos sin final, por segundo año consecutivo para los norteamericanos. Y lo hizo de manera más que meritoria (111-113), con una actuación coral para enmarcar, con la que minimizaron a la absoluta favorita para alzar el torneo, que a punto estuvo de darle la vuelta al marcador con un último cuarto abrumador.
El partido fue una oda al baloncesto ofensivo, una final anticipada entre dos equipos que bien fueron merecedores de haber peleado por la corona mundial. Al descanso, 119 puntos anotados entre ambos, récord histórico. Un espectáculo en el que la defensa, pese a estar en un duelo FIBA, pasó a un segundo plano.
Alemania, sin complejos y sin miedo ante la todopoderosa Estados Unidos, quería alcanzar por fin su primera final de un Mundial; el Dream Team, por su parte, plagado de talento joven que no estará en los Juegos Olímpicos, a los que acudirán las grandes estrellas de la NBA, quería hacer valer los pronósticos que la colocaban como finalista. Ninguno quiso dar su brazo a torcer.