Carolina Santamaría Elola
Investigadora del Instituto de Biodiversidad y Medioambiente y profesora de la Facultad de Ciencias
El peor de los escenarios aparecerá cuando estos tres efectos ocurran simultáneamente, ya que amenazarán el desarrollo sostenible de las poblaciones, la biodiversidad de la zona afectada y el acceso de la población al agua potable y a las condiciones de saneamiento e higiene necesarias para evitar la propagación de enfermedades relacionadas con las malas condiciones del agua.
No debemos olvidar que solo el 3 por ciento del agua del planeta es dulce y que, de esta cantidad, solo un tercio es accesible. El resto se encuentra en forma de hielo en los polos y glaciares, o como aguas subterráneas situadas a grandes profundidades.
La gestión sostenible del agua es un proceso extremadamente complejo y multidisciplinario. Involucra aspectos tecnológicos, medioambientales, económicos, paisajísticos, estéticos, sociales y culturales para facilitar el acceso al agua a toda la población actual sin comprometer su disponibilidad para las
generaciones futuras.
Para alcanzar un futuro sostenible en la gestión del agua será necesario fomentar una cultura de uso responsable.
La agricultura y los procesos industriales son los sectores que más agua consumen (un 70 y 20 por ciento del total, respectivamente), mientras que el 10 por ciento restante es consumido en nuestros hogares. Por otra parte, se calcula que el 80 por ciento del agua utilizada que, por tanto, se convierte en agua residual, no recibe ningún tipo de tratamiento. Esto provoca que un 85 por ciento de las enfermedades de los países en desarrollo sean debidas a la mala calidad del agua que consumen.
Para alcanzar un futuro sostenible en la gestión del agua será necesario fomentar una cultura de uso responsable en todos los ámbitos: agrícola, industrial y doméstico.
Este uso responsable del agua implica la implantación de procesos agrícolas más eficientes en cuanto al consumo de este recurso y la adaptación de los cultivos a las características hídricas de la zona.
Los procesos industriales también deberán modificarse e incluir las tecnologías que permitan disminuir la cantidad de agua y energía consumidas, y minimizar la generación de agua contaminada.
El consumo doméstico de agua igualmente debe adaptarse a las condiciones actuales, modificando, por ejemplo, nuestros hábitos alimentarios (consumo de alimentos que requieran menos agua para su producción) y reduciendo la cantidad de agua empleada en todas las actividades domésticas.
El desarrollo e implantación de un marco normativo eficiente que contemple una adecuada planificación hídrica, energética, agraria y urbanística, es imprescindible para poder regular los usos de agua. Mientras esto ocurre, debemos reflexionar sobre cómo podemos contribuir, individualmente, a
preservar este bien irreemplazable que es el agua.