sábado , 23 noviembre 2024
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Oppenheimer: Ellas como símbolos

Cortesía: Universal Pictures

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David Lepe

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Oppenheimer (2023), el nuevo largometraje de Christopher Nolan, es un drama biográfico que relata la vida del científico estadounidense J. Robert Oppenheimer y su papel en el Proyecto
Manhattan, como desarrollador de la bomba atómica.

Es un filme repleto de diálogos y tomas cerradas en las que se disfruta cada movimiento sutil en los rostros de actores como Robert Downey Jr., Cillian Murphy o Dane DeHaan.

Emily Blunt interpreta a Kitty.

Y de lo que más me llamó la atención, y que se ha hablado poco, es cómo Nolan utilizó como símbolos a los dos personajes femeninos en la historia.

Primero está Jean Tatlock (Florence Pugh), psiquiatra y médica estadounidense, así como miembro del Partido Comunista de los EE. UU. y amante de Oppenheimer. Con ambientes calurosos y vestimentas coloradas, simboliza en el filme la autoindulgencia de Oppie, con una pizca de lujuria.

La autoindulgencia es la satisfacción personal que alguien experimenta al participar en acciones o comportamientos que pueden ser considerados indebidos o peligrosos en términos de salud, moralidad o responsabilidad.

Entre Oppenheimer y Jean no hay risas, y los ramos de flores terminan en el basurero. Pero mantienen una relación intensa, excitante y prohibida.

Esto se refleja en la escena íntima en la que el físico recita versos del Bhagavad Gita y pronuncia la famosa frase: “Ahora me he convertido en la Muerte, el destructor de mundos”.

Jean se convierte en el Pepe Grillo del filme, o sea, simboliza a la conciencia.

Aunque no es su objetivo principal, él sabe que en realidad será ese “destructor de mundos” al desarrollar la bomba atómica, y lo acepta. La crea no solo porque debe, sino porque puede. Tiene la capacidad intelectual para hacerlo. ¿Y quién lo detendrá?

En la otra esquina tenemos a la psiquiatra y médica Katherine Kitty Oppenheimer (Emily Blunt), la esposa de Robert. Ella no es precisamente una mujer que portará en el pecho la medalla de Mejor Mujer del Mundo, ya que queda embarazada de Robert mientras aún estaba casada con su anterior esposo, además de que se refugia en la bebida para evitar cuidar a sus hijos bebés.

Pero Jean se convierte en el Pepe Grillo del filme, o sea, simboliza a la conciencia. Su papel es ofrecer consejos y advertencias a Oppenheimer. La conciencia se asocia con la capacidad de reflexionar sobre nuestras acciones y comprender nuestras propias motivaciones.

Ella representa la parte racional y ética, intentando guiarlo hacia decisiones sabias y morales. ¿Él la escucha? Pues, cuando se cree que se tiene todo, es difícil hacerlo.

Oppie y Kitty, a su modo, se comprenden, se perdonan y se necesitan. Se complementan. Existe amor entre las fórmulas fisco-nucleares. Podrán ser sentimientos calculados, sí, pero igual están presentes.
Y despido esta columna con una frase de Kitty a Robert: “No puedes pecar y después pedirnos que sintamos lástima por ti, cuando existen consecuencias”.

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