Patricia Orantes Alarcón
El significado que se le da al término organización es amplio, donde se incluye a personas, equipos, empresas, organizaciones no gubernamentales, fundaciones, sindicatos, cámaras, asociaciones, gobiernos, iniciativas, proyectos o emprendimientos (Scheinsohn, 2011).
Este autor explica en el poder y la acción a través de la comunicación estratégica fue en el ámbito militar donde la estrategia encontró su razón de ser y donde se sistematizaron los diferentes conocimientos y métodos para su aplicación en una práctica concreta.
En este sentido, desde sus desarrollos conceptuales más antiguos de lo que se tengan información (siglos VI y V a.C.) la estrategia comporta un lenguaje que se estructura en virtud de privilegiar la noción de conflicto (real o potencial). Términos tales como intereses, medios, fines, oportunidades y menazas: en el ámbito de la estrategia cobran sentido y se dinamizan alrededor de la noción de conflicto que opera a modo de principio organizador e instaura una determinada racionalidad.
Hay que tomar en cuenta que la impronta militar de la noción de estrategia ejerce una fuerte influencia, en algunos casos determinante, sobre el resto de los ámbitos, principalmente en el de las organizaciones.
La teoría y práctica de la estrategia en comunicación estratégica trascienden la racionalidad militar. La estrategia debe alinearse con la idea de las organizaciones.
La influencia que ejerce el pensamiento militar sobre el devenir de la tradición estratégica en las teorías y prácticas estuvieron y están enraizadas, modeladas y determinadas por la racionalidad de la milicia, sea cual fuera el campo en el que se aplique, si bien dicha aplicación no siempre es pertinente, pero tampoco siempre es impertinente.
Scheinsohn también refiere que los modelos mentales se evidencian cuando dos personas observan el mismo acontecimiento y lo describen de formas diferentes. Sucede que la atención se centra en detalles distintos y se constituye en un organizador de los procesos cognitivos que determinan la manera como se piensa y se actúa.
De acuerdo con Peter Senge los modelos mentales son “supuestos hondamente arraigados, generalizaciones e imágenes de los que se tienen poca conciencia”.
Por lo tanto, estos conceptos advierten de que por la propia naturaleza del cerebro en general se tiende a rechazar todo aquello que no le resulta familiar, todo aquello que no se corresponde con lo que se está acostumbrado a pensar y hacer; esto es lo que Joel Barker llama “efecto paradigma” o “parálisis paradigmática”, un fenómeno que consiste “en ajustar la información proveniente de la realidad a la percepción que se basa en arquetipos mentales, al rechazar todo lo que no se acomoda a los paradigmas”.
En síntesis, los modelos mentales planteados por Scheinsohn (2011) son arquetipos que permiten la autoexplicación de situaciones, bloqueando todo juicio crítico o análisis racional. Cuando algo se opone a los modelos mentales, se tiende a rechazarlo, puesto que la aceptación atenta contra la manera de ver el mundo.
Estos modelos mentales no son buenos ni malos, es más, resultan de gran utilidad, ya que se necesitan para poder procesar de manera efectiva el abrumador y constante caudal de información al que cotidianamente se está expuesto, pero también es verdad que se suscita un inconveniente cuando el modelo mental presenta un grado de rigidez extrema, cuando se es incapaz de cambiarlo o adaptarlo a las circunstancias siempre cambiantes.
Se afirma, entonces, que la influencia de la racionalidad militar en el desarrollo e investigaciones de la estrategia se constituye en un modelo mental que constriñe a pautas y reglamentos, y limita a su manera de ver el mundo.
Scheinsohn refiere que los modelos mentales actúan sigilosos, pero efectivamente aun cuando se cree haber superado un determinado paradigma.