Las fuertes relaciones de amistad y solidaridad que históricamente caracterizan a Centroamérica han trascendido a niveles económicos, los cuales se reflejan en la balanza comercial que Guatemala tiene con sus naciones hermanas.
De hecho, la región es desde hace algún tiempo la receptora de nuestros artículos de exportación, como anota el Banco de Guatemala en su más reciente informe sobre la materia. De acuerdo con ese documento, 1 de cada 3 dólares que se venden vienen de Istmo, lo que evidencia la suprema importancia que esas transacciones representan para la consolidación de nuestro auge financiero y del aumento en la generación de empleo y riqueza familiar y social.
Que Honduras, El Salvador, Costa Rica y Nicaragua lideren nuestras compras es un asunto que tiene implicaciones trascendentales como el hecho de que reconozcan y valoren la calidad de la producción y de precios. No cabe duda que ese reconocimiento, venido de ciudadanos y empresarios tan cercanos a nosotros, impulsará el interés de otros inversionistas, quienes se sentirán más confiados ante la certificación que emana de vecinos que se han caracterizado por su exigencia y buen gusto.
Para evidenciar el significado monetario que tiene la noticia basta citar que en los primeros 5 meses del año, el comercio exterior sumó US $6319.9 millones, mientras que lo vendido a la región alcanzó los US $2124.5 millones, cifra que va camino a sobrepasar lo despachado en 2022, que, valga decir, fue uno de los mejores años de nuestra historia.
Contar con Estados tan fraternos y cercanos es algo muy valioso, pero que, además, sean clientes preferentes y distinguidos es una gracia que rara vez se obtiene, porque, como ocurre con todo lo comercial, la escogencia de productos pasa por criterios más ligados a la razón que al corazón, como sucede con la comunión que ha prevalecido entre los centroamericanos.