Juan González Tizón, Nuria Martínez y Hombeline Ponsignon
Revista Nuestro Tiempo
Hay dos hombres en una sala. Están separados por una mesa larga. El ventilador del techo gira perezoso sobre sus cabezas. Uno viste pijama sanitario, el otro un traje. Es un interrogatorio, pero las preguntas que formula el caballero de la corbata no son muy habituales: “¿Me podrías contar cosas buenas de tu madre?” Con este peculiar cuestionario, encarnación del test de Turing, se pretende descubrir en la película Blade Runner (1982) si el personaje de blanco es, en realidad, una máquina. También Ex Machina (2014) plantea esta idea de la inteligencia artificial como sustituta del ser humano.
La primera vez que se mencionó la palabra robot fue hace un siglo. Concretamente, en una obra de teatro titulada R.U.R.: Robots Universales Rossum, que se estrenó el 25 de enero de 1921 en Praga. El señor Domin, uno de los personajes creados por los hermanos Karel y Joseph Čapek, dijo entonces: “La humanidad nunca se entenderá con los robots y nunca llegará a ejercer un control sobre ellos; se verá sobrepasada por un diluvio de estas horribles máquinas vivientes, será su esclava, viviremos bajo su merced”.
La primera vez que se mencionó la palabra robot fue hace un siglo.
Acerca de este escenario, Albino Prada, profesor de Economía Aplicada en la Universidad de Vigo y ensayista, en un artículo publicado en InfoLibre, considera temerario confiar en la capacidad del ser humano para elaborar al menos de momento una psique artificial porque ni siquiera puede entender del todo cómo funciona su propia mente. Aunque son muchas las preguntas que la neurociencia no puede responder todavía, tecnófilos visionarios como Ray Kurzweill informático, inventor y director de Ingeniería en Google desde 2012 propugnan la posibilidad de crear una réplica funcional del cerebro humano, así como de alcanzar una inteligencia no biológica o una inteligencia artificial sobrehumana.
Pero ¿qué es lo que nos hace singularmente humanos? Como afirma el filósofo y catedrático José Antonio Marina en la revista Ethic, “no es exagerado decir que la creatividad es la protagonista del proceso de humanización”. No obstante, en la búsqueda de datos y su combinación, dos elementos de ese procedimiento, las máquinas han dejado atrás al hombre. Asusta. Su silla la ocupan ahora ordenadores mejor cualificados.
Continuará…