sábado , 23 noviembre 2024
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¿Hasta que demuestre lo contrario? (I)

Juan González Tizón, Nuria Martínez y Hombeline Ponsignon
Revista Nuestro Tiempo

Desde 2018, el movimiento artístico protagonizado por algoritmos ha crecido. Incluso ya lo han bautizado: GANism es el nombre que ha sugerido el ingeniero de Google François Chollet. “La tecnología está lista para usarse y al público le interesa este tipo de arte”, sentencia Fautrel. En los cafés y medios de comunicación las conversaciones sobre inteligencia artificial ganan terreno. Y, como ante toda novedad, las opiniones se disparan.

El matemático Marcus du Sautoy se abre paso como uno de los principales profetas de la inteligencia artificial. Con sus libros Programados para crear y Creativity Code, defiende la necesidad de entender este fenómeno porque ya toma decisiones e influye en nuestras vidas. En una entrevista con The Guardian afirmó que tal vez en algún momento del futuro se llegará a producir una máquina con conciencia, ya que no hay ningún argumento fundado que evidencie lo contrario.

Más allá de su cátedra en Oxford, Sautoy divulga con entusiasmo para todos los públicos. En uno de sus videos propone la siguiente parábola: se celebra un festival literario y los asistentes ansían conocer a S. B. Ekhad, autor de una de las novelas más vendidas del año. Sobre el escenario han montado un ordenador, y la primera imagen que aparece en la pantalla provoca revuelo en la sala.

En una entrevista con The Guardian afirmó que tal vez en algún momento del futuro se llegará a producir una máquina con conciencia.

¿Qué es? Parece un rostro artificial. ¿Quién es? Las miradas reparan entonces en una mujer sentada al lado del equipo. No tardan en descubrir que la novela la ha escrito una máquina, y que la mujer es la matemática que la ha programado. He ahí la autora de la magnífica novela.

Du Sautoy prosigue su historia en una dirección sorprendente. La científica toma la palabra. Explica cómo fue ella quien creó el código y cómo lo preparó para que leyera todos los libros habidos y por haber. Durante ese proceso aprendió de las novelas, de la poesía, de la no ficción, y se transformó en un código completamente nuevo. El fruto la sorprendió: el algoritmo había escrito su propia novela. Shalosh B.

Ekhad no era la mujer del escenario; era el nombre del código al que se le debía reconocer el mérito de la autoría. Esta subversiva declaración también la defendió Obvious en sus inicios. Sus primeros comunicados lanzaban mensajes como “La creatividad no es solo cosa de humanos” o “Una inteligencia artificial ha logrado crear arte”. Desde esta efectiva estrategia de márquetin, su opinión ha evolucionado.

Continuará…

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