Cuan González Tizón, Nuria Martínez y Hombeline Ponsignon
Revista Nuestro Tiempo
Como manifestó en un comunicado Richard Lloyd, al mando de la subasta, esta es su manera de participar en el diálogo sobre el impacto de la tecnología en la creación artística: “Será emocionante ver cómo se desarrolla esta revolución”.
Se presenta el lote 363. El Retrato de Edmond de Belamy, la única pieza sin artista, es la última venta de la jornada. Sobre el lienzo, una fórmula matemática ocupa el lugar de la firma. Fautrel y Vernier callan. Se miran. Aguardan. Christie’s ha estimado su valor en diez mil dólares.
Han bromeado sobre este momento: sería un delirio llegar a veinte mil. Tragan saliva mientras las contraofertas escalan frenéticas hasta los doscientos mil. Entonces las apuestas se distancian. 350 mil dólares es la última puja. Después de seis minutos de batalla escuchan: “¡Adjudicado!”. El precio final, incluida la prima, ascendió a 432 mil dólares. ¿Quiénes son estos artistas? En 2017, con veinticinco años, fundaron Obvious en un apartamento de París.
Su logotipo representa al hombre de Vitruvio, un símbolo de trazos simples con el que rinden homenaje a Leonardo da Vinci.
En febrero de 2018, vendieron su primera obra, El conde de Belamy, por 10 mil euros al coleccionista Nicolas Laugero-Lasserre. Ese mismo verano, Christie’s se interesó por su trabajo, y, solo unas semanas después, la cifra astronómica que pagó un postor anónimo les catapultó a la fama. Vernier y Fautrel dos hombres de negocios y Caselles-Dupré informático doctorado en Machine Learning se conocen desde el instituto, pero fue hace seis años cuando decidieron unir sus trayectorias profesionales. T
odo comenzó con esta pregunta: “¿Qué pasaría si generamos una obra de arte con inteligencia artificial?”. “Somos una hidra de tres cabezas”, explica Fautrel. Tres amigos con el deseo de acercar arte y ciencia. Su logotipo representa al hombre de Vitruvio, un símbolo de trazos simples con el que rinden homenaje a Leonardo da Vinci.
Como el genio florentino, persiguen mostrarlos como dos campos recíprocos que se alimentan. Rehúyen la palabra start-up porque su objetivo es crear obras visuales que despierten preguntas filosóficas en el espectador. Y cuentan con un ejército de algoritmos para llevarlo a cabo.