Jaime Silva
Director, Doctorado en Ciencias del Desarrollo y Psicopatología, Facultad de Psicología
La crisis de salud mental es la principal preocupación sanitaria en una parte importante del orbe. Sondeos recientes indican que en Chile 39 por ciento de la población estima que los desórdenes mentales son la principal dificultad de salud, incluso por sobre la enfermedad del cáncer (33 por ciento ). La alta prevalencia de ansiedad y depresión, especialmente en jóvenes y adolescentes, y las campañas de concientización explican en parte esta razonable preocupación.
Bajo esta realidad, sin embargo, se esconde otro inquietante fenómeno: la medicalización del malestar psicológico. En paralelo a la concienciación en salud mental, lamentablemente se ha instalado en la población, y en el mundo asistencial también, una creciente tendencia a utilizar términos psicopatológicos para cualquier tipo de malestar emocional. De esta forma, un número cada vez mayor de personas, al experimentar dificultades, estrés o problemas que generan sufrimiento, etiquetan estas vivencias inmediatamente como si se tratase de enfermedades mentales.
Negar el mundo emocional, desnaturalizándolo con una etiqueta, impide que las personas comprendan tanto sus propias necesidades como las de los demás.
La rápida propagación de esta perspectiva ha dado origen a situaciones inéditas como, por ejemplo, que niñas y niños se refieran a las más mínimas dificultades emocionales como “tengo depresión”. Así, “padecer” de un problema de salud mental se ha transformado en una manera de entender la propia vida afectiva y la de los demás. El panorama descrito tiene múltiples implicancias.
Al patologizar el mundo emocional, se le otorga el estatus de enfermedad a experiencias que tienen un rol esencial en el desarrollo psicológico, el crecimiento personal y el autoconocimiento.
Negar el mundo emocional, desnaturalizándolo con una etiqueta, impide que las personas comprendan tanto sus propias necesidades como las de los demás. Negar las emociones dificulta e interrumpe la adaptación a dificultades y adversidades.
Continuará…