sábado , 23 noviembre 2024
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El togado de Pompelo y la investigación arqueológica en Navarra

Javier Andreu Pintado
Catedrático de Historia
Antigua y director del Diploma en Arqueología

Con notable gozo hemos recibido en nuestra tierra la noticia de la adquisición, por parte del Gobierno de Navarra, del togado de Pompelo, una hermosa estatua de bronce del siglo II d. C. (y única en la Hispania romana) procedente de la calle Navarrería y que, por avatares diversos, tras su hallazgo en 1895,
terminó en una colección privada en Manhattan.

Ahora se cumplirá un año desde que el togado, cedido entonces en depósito temporal, llegaba a Pamplona para ser expuesto en el Museo de Navarra donde puede visitarse. Si auténticas riadas de personas rindieron pleitesía en diciembre, en el planetario de Pamplona, a la mano de Irulegi, el togado merece tanta, o incluso más, veneración histórica.

Y la merece porque en Navarra, sí, fuimos vascones (también celtíberos e íberos) pero, esencialmente, entre el siglo II a. C. y el V d. C., fuimos romanos, siendo Roma, de hecho, la que contribuyó a reforzar y dibujar esas identidades que ahora, en ocasiones, se emplean para fines muy separados de aquellos con los que Roma las creó o potenció. En palabras del geógrafo griego Estrabón, el gran logro de Roma fue el de crear una “casa común” en el Mediterráneo, en la que todos se sentían orgullosamente representados.

A partir de ahí, comenzaron las negociaciones que han culminado con la compra de una pieza orgullo para todos los navarros.

Y el éxito de esa fórmula se basó en la adopción por las poblaciones locales de símbolos de romanidad. Según comentaba el enciclopedista romano Plinio el Viejo, para un notable local de la época disponer de una estatua en algún lugar público de su ciudad, especialmente en el foro, era la “más humana de las ambiciones”. El togado de Pompelo y el togado en mármol de Carrara de Santa Criz de Eslava, que puede visitarse en Eslava, aunque separados casi 100 años (más antiguo el segundo), son una buena muestra de esos símbolos que nos hicieron y nos siguen haciendo hoy romanos. Expertos arqueólogos de todo el mundo podrán estudiar ambos togados en Pamplona, en una reunión internacional sobre escultura romana que la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad de Navarra ha organizado el próximo otoño de 2024.

Pero si el togado de Pompelo es un icono de la romanización de Navarra, también es una clara alegoría del servicio que la buena investigación arqueológica puede prestar a la sociedad. El hasta ahora propietario del togado leyó un artículo de Luis Romero, investigador de la Universidad de Navarra, publicado en Cuadernos de Arqueología, la revista del Departamento de Historia del centro académico.

Después de que el entonces anónimo y desconocido coleccionista se puso en contacto con él, Romero dio parte al Servicio de Museos foral. A partir de ahí, comenzaron las negociaciones que han culminado con la compra de una pieza orgullo para todos los navarros. Tras su adquisición por parte de la administración pública, el togado de Pompelo puede servir como recuerdo de que el camino para una fructífera investigación arqueológica radica en la colaboración público-privada que, una vez más lo tiene casi siempre, ha tenido un final feliz.

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