Alvaro González Ricci
Banco de Guatemala
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La inflación es el incremento generalizado y sostenido de los precios de los bienes y servicios que son representativos en el consumo de los hogares en un país. En todas las naciones del mundo se registra cierto nivel de inflación y lo ideal es que esta sea baja y estable para que no tenga un impacto significativo en el poder adquisitivo de los consumidores ni en los planes de inversión de los negocios. En nuestro país, el Banco de Guatemala tiene como objetivo “promover la estabilidad en el nivel general de precios”; es decir, su tarea más importante es crear las condiciones propicias para que la inflación se mantenga baja y estable, estableciendo un rango meta para el cierre de cada año de 4.0 por ciento +/- 1.0 p.p. Para lograr esta meta, la banca central utiliza, principalmente, la “tasa de interés líder de política monetaria”.
En Guatemala, a partir de marzo de 2022, se observaron elevadas tasas de inflación que implicaron que esta se situara fuera del rango, alcanzando a febrero de 2023 un valor máximo de 9.92 por ciento. El incremento en la inflación se explicó, principalmente, por las presiones inflacionarias provocadas por la pandemia del Covid-19 registrado desde 2020, en donde las medidas sanitarias implementadas a nivel mundial para contener su propagación ocasionaron choques de demanda y de oferta e interrupciones en la cadena mundial de suministros, entre otros.
Las autoridades monetarias reiteran su compromiso de seguir tomando las acciones oportunas que permitan mantener una inflación baja y estable.
El posterior proceso de normalización y recuperación de la actividad económica mundial también generó presiones inflacionarias. Este fenómeno fue a escala mundial y todos los países fueron afectados por las altas tasas de inflación. En 2022, los factores de origen externo, destacando el conflicto Rusia – Ucrania, provocaron la expectativa de un probable choque de oferta que afectaría la producción y flujo de diversas materias primas, destacando a los energéticos, algunos cereales como el trigo y el maíz, y los fertilizantes, pero que en general repercutió en todos los mercados de materias primas a nivel mundial.
A nivel interno, los principales rubros afectados inicialmente por las presiones de origen externo fueron los alimentos y los energéticos, que tuvieron importantes aumentos. Posteriormente, estos factores externos provocaron presiones en otros rubros de la canasta de consumo, generando lo que se conoce como “efectos de segunda vuelta”. Derivado de los altos niveles de inflación observados, la Junta Monetaria inició en mayo de 2022 un proceso de incremento progresivo de la tasa de interés líder de política monetaria, la cual a mayo de 2023 se sitúa en 5.0 por ciento.
En este contexto, a partir de marzo de 2023, la tasa de inflación mostró una desaceleración situándose en mayo en 6.54 por ciento, como resultado de varios factores, destacando: 1) la desaceleración de la inflación de origen importado, cuyo incremento explicó la inflación en 2022 e inicios de 2023; 2) el efecto rezagado de los incrementos en la tasa de interés líder de política monetaria que se vienen realizando desde mayo del año anterior; 3) la materialización del efecto base de comparación, que se entiende como el efecto aritmético que produjo los altos niveles de inflación de 2022, que provocarían que la tasa de crecimiento del nivel de precios en 2023 sea menor; 4) la reducción en las expectativas de inflación; y 5) el inicio de la normalización de los precios de algunos bienes del rubro de alimentos, destacando a los productos agrícolas.
Las autoridades monetarias reiteran su compromiso de seguir tomando las acciones oportunas que permitan mantener una inflación baja y estable y evitar un desanclaje de las expectativas de inflación, y anticipa que para finales del presente año esta converja al límite superior del rango meta y que durante 2024 se sitúe nuevamente dentro de dicho rango.