Enrique Baquero
Biólogo, investigador del Instituto de Biodiversidad y Medioambiente
La Responsabilidad Ambiental puede definirse como la “imputabilidad de una valoración positiva o negativa por el impacto ecológico de una decisión”, generalmente por daño causado a otras especies, a la naturaleza en su conjunto o a las futuras generaciones, por las acciones (o las no-acciones) de otro individuo o grupo. La imputabilidad es la “capacidad del ser humano para entender que su conducta lesiona los intereses de sus semejantes y para adecuar su actuación a esa comprensión”, también de atribuir a alguien las consecuencias de su obra.
Cuando el ser humano comenzó su andadura en la Tierra, ejercía poco impacto sobre el medio: pocos individuos, hábitos no sedentarios, baja relación entre demanda y oferta de recursos (que son los bienes o servicios que proporciona la naturaleza). La relación entre las personas y el medio pasaba por la utilización de esos recursos y, entonces, eran poco diversos y muy abundantes. Estos recursos pueden ser materiales (aire, agua, minerales o derivados de la biosfera) o energéticos, y estos renovables (solar, eólica, hidráulica o geotérmica) o no renovables (combustibles fósiles y nuclear).
Todo esto tiene mucho que ver con el concepto de sostenibilidad.
Los renovables son los que se regeneran a un ritmo comparable al de su consumo. Y el consumo de un recurso puede superar a su renovación y provocar su desaparición. Todo esto tiene mucho que ver con el concepto de sostenibilidad, que, según se considera actualmente, implica la triple interacción entre los ámbitos ecológico, económico y social.
El impacto del ser humano sobre el medio se produce a muchas escalas. Hay acciones muy puntuales (como tirar una colilla al suelo) pero también estamos ante un escenario de grandes retos: generamos grandes cantidades de basura (y mucho plástico); el agua dulce está comenzando a ser escasa y la situación puede empeorar; las emisiones de gases que incrementan el efecto invernadero (y aceleran el calentamiento global) llevan desbocadas muchos decenios y no descienden; como consecuencia hay efectos climáticos catastróficos y, en algunos hábitats como el mar, se producen desequilibrios que provocan efectos como el blanqueamiento de los corales; la degradación del suelo por culpa de prácticas agrícolas no sostenibles tiene unas dimensiones enormes y hay graves problemas de erosión; se está acelerando la deforestación de grandes extensiones de selva tropical; y como consecuencia de todo lo anterior, nos dirigimos hacia una acelerada pérdida de Biodiversidad.
Estos dos últimos problemas son los más graves, pues afectan directamente a la supervivencia de la especie humana.
Continuará…