Patricia Orantes Alarcón
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Rebeil (2006) expone que al hablar de la evolución que ha experimentado la comunicación organizacional en las últimas décadas se atribuyó una importancia especial al hecho de que el especialista en comunicación debe continuar su cambio al pasar de un rol reactivo a otro estratégico, lo cual implica la capacidad de tener una perspectiva de largo alcance; es decir, una visión holística, la que permita el análisis de lo abstracto en forma constante y sistemática que evite buscar soluciones momentáneas.
Por ello, esa visión integral es la que debe permitir al comunicador tener una mayor comprensión de los procesos de cambio y ajuste por los que pasan las empresas e identificar las oportunidades para apoyar el logro de las metas de comunicación en sus organizaciones.
El rol que debe desempeñar actualmente el comunicador existe una mentalidad estratégica para hacer frente a lo complejo, en un ambiente de negocios cada vez más competido y demandante. Con la perspectiva del comunicador estratega es preciso anticiparse a las necesidades permanentes que generan los cambios en las organizaciones y detectar las situaciones que originan problemas.
Un comunicador es un profesional capaz de diseñar una acción de comunicación integrando todo el proceso.
De acuerdo con este autor, una de las contribuciones más importantes que puede hacer el comunicador es exponer el camino que ha de seguirse de acuerdo con los cambios que el entorno de negocio va marcando, es decir, hacer las veces de una brújula organizacional que ofrezca a los empleados una visión precisa de dónde se encuentra la empresa y hacia dónde debe ir; asimismo, darles una pista sobre la forma en que deben comprometerse y contribuir a los resultados del negocio.
Cabe mencionar que el cambio, estrategia y rumbo son conceptos difíciles de asir y todos ellos requieren de sensibilidad organizacional para ser utilizados por el comunicador, quien constantemente debe percibir lo que ocurre a su alrededor responder respecto del ambiente en el que está operando, lo que implica interactuar con empatía.
Además, para transmitir los mensajes se debe tener un entendimiento claro de los procesos internos y sociales de la empresa, que está ligado con las habilidades de relación y conceptuales, rescata al mismo tiempo la propia experiencia donde se tienen almacenadas las vivencias y reflexiones como profesionales de la comunicación.
Lo que persigue la buena gestión comunicativa, como ha establecido Abraham Nosnik, citado por Rebeil, es generar un ambiente rico en información en el que la comunicación alcance un nivel productivo que sirva de plataforma para la competitividad y ayude a influir positivamente en los resultados de las
organizacionales.
Massoni (2011) refiere que el comunicador estratega tiene el propósito principal de construir una oferta educativa centrada en desarrollar en los comunicadores otras capacidades como la de interpelar lo real para organizar estrategias de intervención sobre su dimensión comunicativa, al incorporar guías, herramientas y dispositivos de diseño útil para abordar precisamente la realidad comunicacional.
Plantea que los comunicadores en la actualidad no son solo periodistas, publicistas o relacionistas públicos, sino comunicadores estrategas, ya que empiezan a desplegar una manera distinta de pensar del comunicador social.
El comunicador es capaz de interpelar la dinámica social para operar crítica y valorativamente en su dimensión comunicativa. La tarea de un comunicador al reconocer la diversidad sociocultural es indagar los posibles puntos de articulación de las diferencias en función de intereses y necesidades de grupos sociales que reconocen como distintos, para operar desde allí en relación con un fin de transformación cognitiva macrosocial.