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La estadounidense Amy Pope fue elegida ayer como directora general de la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), entidad que promueve una gestión ordenada del éxodo.
Pope es, desde septiembre de 2021, encargada adjunta para la gestión y reforma de la OIM y antes había trabajado al más alto estatus del Gobierno de Estados Unidos, como asesora del presidente Joe Biden en cuestiones de movilidad.
En el período 2013-2017 ocupó puestos de responsabilidad en las áreas de seguridad interna y transfronteriza bajo el mandato de Barack Obama.
Biden intervino directamente en la campaña para exaltar las cualidades de Pope y señalar que “la OIM necesita una dirección visionaria que posicione la organización de forma que pueda superar los desafíos que enfrenta”.
La funcionaria fue nominada por EE. UU. y reemplazará al portugués António Vitorino, quien contaba con el respaldo de la Unión Europea, pero no consiguió los votos suficientes para su reelección.
La nueva responsable asumirá el cargo el próximo 1 de octubre por un período de cinco años, lapso que le ha confiado el Consejo de la mencionada instancia mundial, en la que por primera vez en su historia no se reelige a un director general.
Durante el mandato de Vitorino, juzgado positivamente en medios diplomáticos de Ginebra, la OIM se vio sacudida por los efectos del cambio climático, el segundo factor de desplazamiento forzado en el mundo después de los conflictos armados, la pandemia de covid-19 y últimamente la guerra en
Ucrania.