sábado , 23 noviembre 2024
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Las mujeres en la historia literaria de Navarra, de la Edad Media al Siglo de Oro (I)

Carlos Mata Induráin 

Grupo de Investigación del Siglo de Oro

Al recorrer la historia literaria de Navarra, el primer nombre femenino que nos encontramos es el de la reina doña Leodegundia, si bien no se trata de una escritora, sino de la destinataria de una obra.

El Poema de la reina Leodegundia (Versi domna Leodegundia regina), escrito a finales del siglo X y conservado en el misceláneo Códice de Roda, es una canción epitalámica (ochenta y siete versos latinos distribuidos en trísticos) compuesta para las bodas de esta princesa, hija de Ordoño I de Asturias, con un infante o rey navarro. Avanzando un poco más en los siglos medievales, debemos referirnos al fenómeno de la juglaría. 

Aunque los testimonios literarios de esta actividad son más bien escasos, parece que estaba bastante extendida en Navarra, y también que no era solo cosa de hombres, pues está documentada la existencia de juglaresas, como por ejemplo una tal Graziosa, que recitaba en la Corte de Carlos III el Noble.

Más allá de estas referencias mínimas en la Edad Media, será en el Renacimiento y el Barroco (siglos XVI y XVII) cuando encontraremos los primeros nombres de escritoras en el ámbito navarro.

Son narraciones de temas y contenidos bastante desenfadados.

Margarita de Navarra: La primera figura importante es la de Margarita de Navarra (de Angulema, de Francia, de Valois…), conocida como La perla de los Valois. Madame Margarita (Margot) de Angulema, hija de Carlos de Angulema y Luisa de Saboya, hermana mayor del rey Francisco I de Francia, nació en Angulema en 1492.

Gran lectora, poetisa y cazadora, casó a los diecisiete años por razones políticas con el duque de Alençon, y en segundas nupcias con Enrique de Albret, pretendiente entonces al trono de Navarra. Manifestó simpatías por Lutero y Calvino y fomentó el movimiento hugonote, aunque en el momento de su muerte (acaecida en Odas, Bigorre, 1549) había vuelto al seno de la religión católica.

Como escritora (y dejando de lado otros títulos menores, algunas poesías, etc.), compuso en lengua francesa una colección de relatos a la manera del Decamerón de Boccaccio que se presenta bajo el título de L’Heptaméron (El Heptamerón).

En el Prólogo asistimos a la reunión, en los baños de Cauterets, de tres gentilhombres, Hircan, Dagoucin y Saffredent, que junto con otros personajes irán enhebrando los setenta y dos relatos de que consta la obra (L’Heptaméron se divide en ocho jornadas, siete de las cuales incluyen diez relatos y la octava, tan solo dos; al parecer, la reina de Navarra quiso escribir un total de cien relatos, distribuidos en diez jornadas, pero no pudo culminar su propósito).

Son narraciones de temas y contenidos bastante desenfadados, en las que se describen las prácticas amatorias de principios del Renacimiento, sin que la autora rehúya algunos temas escabrosos. Todos los relatos se caracterizan por la viveza de las descripciones, la naturalidad del lenguaje y la finura psicológica en el retrato de los personajes, ya sean nobles, campesinos, burgueses, clérigos o menestrales.

                                                                               Continuará..

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