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El Real Madrid, con importantes ausencias, ofreció malas sensaciones en vísperas de jugarse sus objetivos en la Copa y la Liga de Campeones y cayó derrotado con justicia en San Sebastián con goles de Takefusa Kubo, precedido de un grave error de Militao, y de Ander Barrenetxea.
El equipo de Carlo Ancelotti, que ya conocía la victoria del Barcelona 1-0 sobre Osasuna, no estuvo nada cómodo y concedió demasiado en una primera mitad en la que la Real quiso llevar el peso del juego, aunque sin poder despistarse lo mínimo porque cada balón que recuperaba el conjunto blanco también significaba peligro para los locales.
El primer aviso blanco llegó en un gran disparo desde el semicírculo del área de Tchouameni, que remató de maravilla y obligó a Remiro a lucirse para evitar el tanto madridista; al igual que hizo el cancerbero navarro en un cabezazo de Rodrygo, que iba a gol si no llega a intervenir. La reacción de la Real llegaría de las botas de un ex del Madrid, el japonés Kubo, que fue el atacante blanquiazul que interpretó mejor lo que el partido requería y con su verticalidad obligó a Nacho a sudar tinta cada vez que se hacía con la pelota.
La segunda mitad empezó de fábula para los vascos, que aprovecharon un garrafal error de Militao en una peligrosa cesión a Courtois cortocircuitada por el nipón Kubo, adelantándose al portero belga para abrir el marcador con mucha convicción.
El Real Madrid quedó tocado, mostró su potencial ofensivo con pinceladas y casi siempre mirando hacia atrás porque cuando perdía un balón la Real salía en tromba hacia la portería blanca a finiquitar el encuentro.
La expulsión de Carvajal, que ya tenía una amarilla y entró fuerte en el centro del campo a Aihen Muñoz, allanaría definitivamente una victoria local confirmada a cinco minutos del final cuando logró el segundo Ander Barrenetxea en un soberbio para acabar con cuatro años de superioridad blanca.
Con estos resultados la Liga le queda servida en bandeja de plata al Barsa, que solo necesita un triunfo en lo que resta del torneo para asegurarse el título.