Eduardo Valpuesta Gastaminza
Catedrático de Derecho Mercantil y director del Máster de Derecho
Como ya se ha resaltado, la caída de esta entidad no ha sido sino un escalón más de la peligrosa escalera de bajada de la economía cripto.
Llevamos casi un año con continuos descalabros financieros de entidades de este sector: caída de la criptomoneda Luna y de la plataforma Terra (mayo de 2022); desplome del exchange FTX, y de la empresa alineada con el mismo, Alameda Research (octubre de 2022); escalada en el control por parte de la SEC de las entidades que emiten o negocian con valores cripto (casos Ripple, sistema de staking de Kraken, etc.); cierre “ordenado” del criptobanco Silvergate (marzo de 2023); y ahora intervención de Silicon Valley Bank.
La caída de FTX ya mencionada arrastró al banco Silvergate (ya ha habido demandas que consideran que Silvergate actuó como cómplice de la posible estafa que se imputa a FTX), y ha ido teniendo un efecto contagio en este ámbito.
Parece ser que el problema de FTX está relacionado con la adquisición de excesiva deuda.
Parece ser que el principal problema del banco californiano ha estado relacionado con la adquisición excesiva de deuda pública, cuyo valor ha bajado enormemente ante la subida de los tipos de interés. Pero el detonante de la caída ha sido que muchas entidades del sector cripto que tenían sus fondos depositados en el banco han retirado sus depósitos, en buena parte aconsejados por asesores financieros y fondos de inversión.
Y como bien es sabido, es muy difícil que un banco resista una retirada de fondos desproporcionada (más aún si realmente no ha habido una gestión prudente del riesgo, como parece ser el caso).
De esta forma, la crisis de la entidad ha tenido una enorme incidencia entre las empresas del sector cripto. Porque muchas de ellas eran depositantes en el banco, y ahí se encontraban algunos de los exchanges y de los emisores de las stablecoins más relevantes.
Estos emisores de stablecoins (“monedas estables”) garantizan que las criptomonedas que crean están respaldadas por activos financieros ajenos al mundo cripto, activos que normalmente depositan en bancos e intermediarios tradicionales. Si esos exchanges y emisores no pudieran recuperar los miles de millones de dólares depositados, el efecto dominó y la pérdida de confianza en la estabilidad del sistema financiero sería mortal.
Ya hay quienes señalan que las autoridades estadounidenses, al apoyar a los depositantes del banco y garantizar que “todos” van a recuperar su dinero, en realidad estaba protegiendo a las empresas del sector cripto. El pequeño inversor ya tenía la garantía de recuperación de 250 mil dólares por cliente. Por lo tanto, la garantía añadida prometida por Joe Biden se dirigía a esas grandes empresas del mundo cripto.