Ricardo Fernández Gracia
Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro
En Huarte-Araquil esperaban el ayuntamiento, cabildo y los vecinos y se dirigían a la parroquia cantando las letanías. Al día siguiente, a las seis de la mañana, partía de la mencionada localidad y se paraba en Satrústegui y Zuazu para dar a venerar la efigie. En Ecay, a eso de las diez y media, se celebraba una misa solemne y se bendecían los campos. A las dos se continuaba el camino por Zuasti, Iza y Orcoyen. En esta última población también se bendecían los campos. José Javier Uranga, en 1955, describió magistralmente la llegada a Orcoyen, con lanzamiento de cohetes y bandeos interminables de campanas. Describe con sentidos párrafos la llegada de la imagen, seguida de una caballería, el beso de metal entre el Arcángel y la cruz parroquial, señalando que “la escena tiene una fuerte emoción ritual y rural.
San Miguel Arcángel, andapueblos, en el serón de su macho o en lo alto del palo llevado por alcaldes, bendice con su oro coruscante en fórmula antigua y solemne las avenas, las cebadas, las habas, los forrajes, las alholvas de aquellos hombres que le rezan con la boina en la mano”. Al final de la monografía de Arigita (1904) encontramos una descripción que, en muchos aspectos, coincide con lo que repite año tras año, al menos en lo fundamental, con las visitas a las antiguas parroquias (incluida ya la de San Agustín) y, sobre todo, la catedral.
A su texto nos remitimos, en él se anotan numerosas visitas, mucho más que las de décadas precedentes. Protagonismo especial en la recepción tiene el Ángel de la Casa de Misericordia, del que ya da cuenta la prensa, en 1877. Para casi todos los que han escrito del tema se trata del Arcángel San Gabriel. Julio Ruiz Oyaga, buen conocedor del archivo de la parroquia de San Nicolás, intentó demostrar que se trata de la imagen de San Miguel, titular de su antigua cofradía pamplonesa, que mantenía un hospital absorbido tras la Desamortización por la Casa de Misericordia, que vendió su solar en 1851. En sus líneas defiende el carácter popular de la fiesta: “Todo es popular allí. Nunca hubo golillas ni chisteras en su recepción. Tampoco autoridades de ninguna clase. Solo hay pueblo… Es pues el antiguo hospital de San Miguel el que representa la imagen de la Misericordia que sale al encuentro de San Miguel.
Solamente que la santa ignorancia de las monjitas ha hecho del antiguo San Miguel un gracioso San Gabriel con flores en vez de espada y una capita de plexigás para que no se moje. Los dos San Miguel, el de Aralar y el de la Misericordia, deben reírse al darse el besico, por alteración que a uno de ellos le ha hecho la piedad de las monjas”. Sin entrar en la posible recepción de San Miguel hasta mediado el siglo XIX, lo que no es sostenible es pensar que la escultura actual, típicamente catalana de las denominadas de “cap y pota”, es San Miguel, ya que la posición del dedo índice de una de sus manos señalando a lo alto, en consonancia con la oratoria de sus palabras y de la otra mano dispuesta para coger un bastón, cetro o ramo de lirios, nos llevan, sin duda alguna, al Arcángel San Gabriel.
Continuará…