Frank Gálvez
Locutor y Periodista
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Sabes que estás envejeciendo cuando tu cuerpo comienza a enchuecarse. Sucede tarde o temprano en función de tu genética y hábitos; puede empezar al azar, en una cálida mañana de verano o en una despejada noche de invierno, pero ineludiblemente pasa. Lo sientes. Lo sabes. Una cana por ahí, un dolor de espalda por allá.
Silencioso, quedito. Aún puedes ansiar derrochar tu energía en hacer las cosas que amas, pero la recuperación es más difícil; las pequeñas tareas que disfrutabas, o que simplemente necesitas para la vida diaria, se vuelven cada vez más arduas. Te das cuenta de que todas las imprudencias que hacías cuando eras joven, y que no parecían importar mucho en ese momento, realmente contaban, y ahora todas esas cicatrices brotan para pasarte la factura.
No te sientes viejo por dentro. Te sientes la misma persona que siempre fuiste y aun un poco mejor. Pero ese individuo ya no coincide con tu talante. Esa persona quiere vivir la vida al máximo, pero tu cuerpo no coopera.
”Envejecer es como escalar una montaña; te quedas un poco sin aliento, ¡pero la vista es mucho mejor!“ (Ingrid Bergman).
Algunos abordan esto de una manera saludable y pretenden conservar sus organismos en forma tanto como pueden (el conocido Mens Sana in Corpore Sano), mientras que otros se obsesionan con la apariencia y buscan la fuente de la eterna juventud, pero al final, todos estamos tratando de hacer lo mismo: sentirnos bien con nosotros mismos para poder perdurar.
Eso nos lleva a aprender de nuestras limitaciones, no solo aceptarlas y ya. Claro ejemplo fue Stephen Hawking, quien hizo de todo por el bien de la humanidad y la ciencia, pero a los 21 años comenzó a notar que sus movimientos eran cada vez más torpes y fue entonces cuando se le diagnosticó Esclerosis Lateral Amiotrófica. Eso no evitó que mantuviera una admirable perspectiva de vida: “Recuerda mirar hacia las estrellas y no hacia tus pies. Trata de dar sentido a lo que ves y pregúntate qué es lo que hace que el universo exista.
Sé curioso. Y por más difícil que parezca la vida, siempre hay algo que puedes hacer y tener éxito en ello. Importa simplemente que no te rindas”. Si él pudo brillar ante situaciones realmente adversas, nosotros también debemos lograrlo.
Tu sistema de valores, elección de actividades, sentido del humor, nivel de energía, ciclo de sueño, intereses y conducta general están entrando en una nueva era. ¿Qué harás desde hoy para cambiar el mañana? ¿Qué estás construyendo ahora para eternizarte? Decide rápido, sabiamente, sin importar tu edad. O prepárate para pavimentar el largo y amargo camino del remordimiento.