sábado , 23 noviembre 2024
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Coleccionista y mecenas (I)

Ángel J. Gómez Montoro 

Presidente del Patronato del Museo Universidad de Navarra

María Josefa Huarte fue la tercera de los cuatro hijos que tuvieron don Félix Huarte Goñi y doña Adriana Beaumont Galduroz. Don Félix, de orígenes modestos, se hizo a sí mismo y, aunque le hubiera gustado ser arquitecto, realizó estudios de delineante después de asistir a las escuelas municipales de Pamplona. Pronto montó su propia empresa, se trasladó a Madrid y allí consiguió desarrollar una exitosa carrera profesional.

Doña Adriana, dedicada a las tareas del hogar, fue su perfecta compañera. En palabras de María Josefa, si su padre tenía un carácter fuerte, su madre era, toda ella, “equilibrio constante”. El matrimonio tuvo cuatro hijos: Jesús, Juan, María Josefa y Felipe.

Don Félix fue un hombre emprendedor, lleno de energía, con espíritu de modernidad, compromiso social y un gran amor a Navarra que tuvo múltiples manifestaciones, tanto en el ámbito cultural -apoyo a jóvenes artistas, al Orfeón Pamplonés, al Conservatorio de Pamplona…- como en los proyectos de industrialización que llevó a cabo desde la Vicepresidencia de la Diputación Foral.

Sus hijos heredaron muchos de esos rasgos, si bien cada uno los orientó de acuerdo con su personalidad y sus intereses. No deja de asombrar su capacidad para impulsar empresas culturales de carácter vanguardista: apoyaron a artistas como Oteiza, Chillida, Palazuelo, Balerdi o Sistiaga; a músicos como Antonio Baciero o Luis de Pablo; realizaron encargos a arquitectos de renombre como Sainz de Oiza, Corrales y Molezún, Fernando Redón o Rafael Moneo.

No deja de asombrar su capacidad para impulsar empresas culturales de carácter vanguardista.

Crearon o impulsaron empresas como H Muebles, volcada en diseños de vanguardia (uno de cuyos concursos fue ganado por una silla presentada por un joven Rafael Moneo); X Films, productora centrada en proyectos experimentales; el Grupo Alea que bajo la dirección de Luis de Pablo impulsó la investigación musical, Ediciones Alfaguara o la revista Nueva Forma. Y promovieron los Encuentros de Pamplona de 1972, cuyo quincuagésimo aniversario acaba de conmemorarse. El hecho de que María Josefa fuera la única hija, rodeada de varones, podía haberla llevado a ser la consentida de la familia pero, en realidad, estimuló en ella un sentido competitivo y un afán de independencia.

De gran sensibilidad, se sintió en su juventud atraída por la danza, una actividad que se vio truncada por una grave enfermedad. El foco cambió entonces a las artes plásticas. En esos momentos su hermano Juan estaba ya muy comprometido con el mundo del arte y, en particular, con el impulso de jóvenes artistas. De su mano, María Josefa tuvo los primeros contactos con algunos de ellos como Oteiza, Chillida o Basterretxea. También por Juan conoció a Santiago Amón, un encuentro que sería muy importante en su formación artística, hasta entonces más bien autodidacta.

María Josefa se había casado en 1971 con Javier Vidal Sario, un ingeniero que fue no solo el compañero de una larga vida sino también su cómplice en las actividades en que ella volcará sus energías: el cuidado de niños sin hogar y el arte contemporáneo.

Para ayudar a niños en situación de riesgo funda en 1971, con la ayuda de doña Adriana, la Asociación Navarra Nuevo Futuro, desde la que impulsará la creación de hogares de acogida, no solo en España sino también en países en los que existían graves conflictos bélicos: Colombia, Honduras, Croacia… No se limitó a buscar los fondos y desarrollar los proyectos, sino que ella misma se desplazó a esos lugares sin importarle los riesgos que no pocas veces ello conllevaba.

Su interés por el arte se concretó en la formación de su magnífica colección, centrada en el expresionismo abstracto español, una apuesta admirable si se piensa en el contexto español de la época pero que respondía perfectamente a una búsqueda de espiritualidad unida a un sentimiento religioso muy arraigado. Se trata de una colección no muy amplia -47 pinturas y esculturas de 18 artistas- pero exquisita y muy personal. Su trato directo con los artistas y la visita a numerosos museos internacionales -con ocasión, muchas veces, de los viajes de negocios de Javier, al que ella acompañaba- fueron refinando una sensibilidad que era ya innata. 

                                         Continuará… 

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