John Rincón
Investigador de Tecnun-Escuela de Ingeniería
En los últimos años se ha reconocido la necesidad urgente de abordar el cambio climático y otros retos medioambientales y sociales, lo que ha hecho avanzar la agenda mundial en temas de sostenibilidad. Este avance ha implicado promover prácticas empresariales sostenibles, apoyar comunidades locales y facilitar la colaboración entre gobiernos, empresas y grupos de presión como ONG. Gracias a ello, podemos observar incentivos y normativas que animan a las empresas a adoptar medidas, como reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero o implantar cadenas de suministro sostenibles.
Las emisiones más fuertes se producen en el ámbito de la industria, la agricultura y la electricidad, pero llevamos tiempo viendo que estos sectores son capaces de desarrollar soluciones y tecnologías innovadoras para reducir su impacto medioambiental, al tiempo que generan beneficios económicos. En el sector eléctrico, las energías renovables no solo se han convertido en las fuentes de energía más seguras y limpias, sino que, en muchos casos, son más baratas de producir que las fuentes convencionales. Y en el caso de no lograr mitigar las emisiones en la generación, la colaboración entre distintos actores, como la empresa y la ciencia, han logrado impulsar tecnologías novedosas; como, por ejemplo, la captura y almacenamiento de carbono (CAC).
Las emisiones más fuertes se producen en el ámbito de la industria, la agricultura y la electricidad.
Esta tiene el potencial de reducir las emisiones de dióxido de carbono hasta en un 90 por ciento, lo que tendría un impacto significativo en la lucha contra el cambio climático. Esto significa que muchas industrias intensivas en la emisión de gases de efecto invernadero pueden dar un paso hacia la descarbonización mediante la financiación de estas tecnologías. Un caso más convincente se ha dado con las ONG, véase Oxfam y GreenPeace, que aportan valiosas ideas y perspectivas como resultado de un profundo conocimiento en áreas específicas, como la conservación del medioambiente o la justicia social.
Pueden, por tanto, ayudar a movilizar el apoyo público a los objetivos de desarrollo sostenible y hacer que los gobiernos y las empresas rindan cuentas de sus acciones. Todos estos esfuerzos colaborativos, orientados a tener una sociedad sostenible, buscan que el desarrollo económico no se produzca a expensas del medioambiente o del bienestar social.
Continuará…