María Eustaquia Hernández
Coordinadora de la Unidad de Género
Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional
Todos los días, las mujeres nos enfrentamos a una sociedad machista cuya raíz está en problemas profundos de desigualdad, discriminación, exclusión por etnia y por sexo; ante ello, es necesario cerrar esas brechas de inequidad y trabajar por el reconocimiento y ejercicio efectivo de nuestros derechos y obligaciones.
Cada 8 de marzo conmemoramos el Día Internacional de la Mujer, promulgado por la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1975. Esta es una oportunidad para revindicar nuestros derechos humanos en cuanto a la lucha por la igualdad entre los géneros y el empoderamiento de las mujeres en todos los ámbitos de la sociedad, facilitar oportunidades en salud, educación, trabajo, seguridad, alimentación adecuada, estudio y el derecho a ocupar posiciones de responsabilidad política y de toma de decisiones en la sociedad para fortalecer considerablemente las iniciativas que permitan reducir la pobreza y pobreza extrema, principalmente en las mujeres indígenas y del área rural.
Las mujeres debemos participar e incidir en los diferentes ámbitos de la sociedad, que se nos generen espacios de diálogo, que se nos faciliten acciones concretas para acceder a servicios básicos como educación y salud con calidad, empleos dignos, alimentación
adecuada y sostenible.
Las mujeres juegan un rol esencial en la seguridad alimentaria y nutricional de las familias.
Es importante promover y reconocer el rol de la mujer en la agricultura y en otros ámbitos para que los planes, proyectos y programas de Estado respeten la diversidad étnica y cultural, orientada hacia la incorporación del enfoque de género y al empoderamiento integral de acuerdo al contexto cultural y lingüístico. Esto permitirá que sean facilitadoras,
generadoras y constructoras de un país sin hambre.
Y es que las mujeres juegan un rol esencial en la seguridad alimentaria y nutricional de las familias, así como en la producción, disponibilidad y acceso de alimentos. Son clave en el desarrollo de prácticas de consumo adecuadas para su mayor aprovechamiento porque usualmente controlan el presupuesto del hogar destinado a la alimentación; por otro lado, las mujeres que generan ingresos formales, invierten más en la alimentación y nutrición familiar.
El cambio de comportamiento en mujeres y hombres es crucial para transmitir hábitos de higiene y salud para promover el desarrollo integral de las mujeres, como sujetas de derechos, necesarios para garantizar la seguridad alimentaria y nutricional.
La Sesan reafirma su compromiso de trabajo conjunto con mujeres, adolescentes y niñas para seguir promoviendo acciones y coadyuvar en el combate a la malnutrición y reducir las brechas de desigualdad.