Dr. Jorge Antonio Ortega G.
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La tensión en el frente de batalla se intensifica a manera de que las condiciones atmosféricas mejoran la visibilidad, la viabilidad y la maniobra de las fuerzas enfrentadas.
El ambiente político por el contrario se complica, se radicalizan las posiciones y la conflictividad se expande a otras latitudes logrando fragmentar los criterios, debilitar las decisiones y diluir la esperanza de alcanzar un alto al fuego.
Luego de un año de enfrentamientos no es difícil observar la devastación en el territorio invadido, la desolación de las poblaciones, los campos de uno de los más grandes graneros del planeta ahora, sembrados de cadáveres. La guerra con todas sus manifestaciones y exponiendo al máximo la capacidad del ser humano de destruir a su semejante con una habilidad impresionante. ¿Estamos de frente al
apocalipsis?
¿Estamos de frente al apocalipsis?
La propuesta es la destrucción total de la voluntad de lucha del oponente, decisión que viabiliza “el fin justifica los medios”; Los bombardeos masivos, el lanzamiento de misiles, la destrucción de la infraestructura crítica (generación de energía, distribución de agua potable, la red de distribución de gas y telecomunicaciones entre otras) y la eliminación en sí del adversario y sus medios de pervivencia.
Hay un sinnúmero de versiones del porqué de esta guerra; algunos tratan de legitimar la invasión evocando el pasado y sus circunstancias, otros invocan el mal trato de los gobiernos de las regiones de Ucrania donde sus habitantes son ruso parlantes, otros van por la seguridad de la línea roja del territorio ruso y, para finalizar, la pérdida del poder de hegemonía de occidente encabezado por los Estados Unidos y la polarización del poder.
En este momento es lo que menos interesa. Es necesario detener esta matanza innecesaria de humanos. La prospectiva señala la proliferación de conflictos que dormían, alianzas para lograr más destrucción y así acabar con el planeta y sus habitantes, si en un momento se llega al clímax de la escalada del conflicto.
Estamos frente a un nuevo escenario impensable, donde los conceptos tácticos, operacionales y estratégicos están en trasformación, hay una nueva dinámica de liderazgo político frente a los desafíos de la Guerra Híbrida, con su nuevo escenario, otros intereses, otras amenazas que aún no se logran visualizar para preparar a los líderes a enfrentar el fenómeno de la guerra y sus consecuencias.
La amenaza nuclear está a la vuelta de la esquina, es algo que no se puede obviar. Las nuevas armas con inteligencia artificial instalada y con capacidad de distinguir al enemigo y a su criterio disparar hacen del campo de batalla un evento de ciencia ficción que no está en la pantalla grande, sino una realidad tangible. No hay límite para la destrucción en todo el sentido de la palabra.
La construcción de la ruta hacia la paz se complica cada día que pasa; es urgente diseñar un andamiaje que permita iniciar un camino seguro independiente que sea sinuoso y lleno de obstáculos de toda naturaleza. La convivencia pacífica merece el esfuerzo de todos, no debe existir excusa para no aportar una solución integral, la guerra actual nos afecta a todos sin duda alguna.
Los pactos de no agresión al final sobreviven con el paso del tiempo (algunos no se cumplen, otros lo logran) pero con más de 2 mil años de ejemplos no se necesita repetir los errores del pasado; es necesario asumir el reto de nuestra época y apostar por la paz del mundo, no hay alternativa, antes de que se fragmente en pedazos nuestro planeta y nuestra existencia.
No habrá tiempos mejores, si no tomamos con seriedad el enfrentar los retos de la posmodernidad y diseñar un futuro próspero y seguro para las próximas generaciones ¡La guerra no es la mejor opción!