Loris De Nardi
Investigador Marie Curie en el Instituto Cultura y Sociedad (ICS)
Los terremotos de magnitud 7.8 y 7.6 que sacudieron recientemente el sureste de Turquía y el norte de Siria nos recuerdan que no somos los dueños de la naturaleza. Los más de 24 mil muertos demuestran que nuestro desarrollo no puede suceder de espaldas al medio natural.
Asimismo, los más de 3500 edificios que se derrumbaron como castillos de naipes dejan patente que la catástrofe no debe imputarse a las fuerzas telúricas. En otras palabras, este sismo ofrece una ulterior prueba de que los desastres naturales no existen: las catástrofes relacionadas con amenazas de origen natural siempre son resultado de las acciones y decisiones humanas.
Hoy en día no es posible prever los terremotos con exactitud, pero sí sabemos que, antes o después, la tierra volverá a temblar allí donde ya lo ha hecho una vez. Por ello, los desastres relacionados con sismos deben considerarse un producto histórico y político, ya que son el resultado de un proceso eminentemente social; es decir, impulsado y conformado por la sociedad que lo sufre.
Hoy en día no es posible prever los terremotos con exactitud.
Los terremotos de Turquía y Siria han provocado un número tan elevado de víctimas debido a que en esas zonas la gran mayoría de los edificios no cumplía la normativa sismorresistente. Tras el temblor de 1999, que produjo 17 mil muertos, el Gobierno turco reconoció la urgencia de reducir el riesgo sísmico en el país. Para cumplir con este objetivo introdujo al año siguiente nuevos estándares constructivos, así como controles mucho más estrictos en el diseño de las nuevas edificaciones.
Sin embargo, el Estado puso sobre la mesa escasos recursos para cumplir este objetivo y asignó un escaso número de funcionarios para la inspección de las nuevas construcciones. Muchas de ellas se levantaron sin pasar por el proceso de certificación y esto permitió a varias empresas sin escrúpulos construir sin respetar la nueva normativa arquitectónica.
Invertir en prevención. Si bien se sabe que es más rentable invertir en prevención que en intervención, muchos gobiernos, incluido el turco, no ven beneficio político en gastar dinero en políticas muy costosas, pero al mismo tiempo casi invisibles. Por otra parte, los terremotos altamente destructivos suelen producirse entre largos lapsos de tiempo, lo que impide que tanto la población como las autoridades interioricen una adecuada percepción del riesgo.
Continuará…