Marco Antonio Monzón
Coordinador de Disponibilidad Alimentaria
Secretaría de Seguridad Alimentaria y Nutricional
En 2018, la Organización de las Naciones Unidas (ONU) instituyó la conmemoracióndel Día Internacional de las Legumbres cada 10 de febrero para promover su importancia en la transformación hacia sistemas agroalimentarios más eficientes, inclusivos, resilientes y sostenibles, especialmente con miras a una mejor producción.
Las legumbres son semillas comestibles de las plantas leguminosas, y entre las más consumidas por las personas están los frijoles, alfalfa, chícharo, garbanzo, habas, ejotes, lentejas, manías y soya, por mencionar algunas. Es importante reconocer la contribución de estas a la nutrición humana: son ricas en proteínas de origen vegetal y minerales pero, además, accesibles para una gran mayoría de poblaciones rurales del mundo, en especial para los pequeños agricultores, quienes consumen parte de su producción.
En Guatemala, según el programa de Mejoramiento Genético del cultivo de frijol del Instituto de Ciencia y Tecnología Agrícolas (ICTA), esta legumbre es una de las principales fuentes de proteínas para las personas, solo después del maíz, y el consumo anual se calcula en 35 libras por cada adulto, que en promedio diario tiene una ingesta de 58 gramos de esta legumbre. Las legumbres están presentes en las distintas gastronomías de todo el mundo y es fácil encontrarlas en supermercados, mercados y tiendas.
Son un delicioso aliado.
Su alto contenido en hierro las convierte en un poderoso alimento para prevenir la anemia en mujeres y niños; dicho sea de paso, la carencia de este mineral se considera una de las formas más comunes de malnutrición y para mejorar la absorción del hierro, se recomienda combinar las legumbres con alimentos que contengan vitamina C. Pueden almacenarse por largos períodos sin perder su valor nutricional, resisten las sequías y son idóneas para entornos marginales, por tanto, pueden ayudar a diversificar las dietas, especialmente en los países en desarrollo.
Las personas que viven en entornos áridos, donde la seguridad alimentaria representa un enorme desafío, pueden intensificar sus sistemas de producción de manera sostenible mediante el empleo de legumbres adaptadas a las condiciones locales y por consiguiente son una buena opción para garantizar la seguridad alimentaria de los hogares. Son alimentos ricos en potasio y en fibra, esencial durante el embarazo para prevenir anomalías en el feto. Son un delicioso aliado que contribuye a la seguridad alimentaria y nutricional y constituyen un medio esencial en los procesos de adaptación al cambio climático.