Como el Gobierno lo tenía planificado desde finales de 2022, el ciclo lectivo 2023 abre hoy con el regreso masivo de los maestros del sector oficial, un hecho que permitirá escribir una nueva historia en el país.
Los docentes, de todos los niveles educativos, llegan cinco días antes que los alumnos, los verdaderos protagonistas de este suceso que marcará un antes y un después en la enseñanza pública nacional.
Como se ha anotado en este espacio, el regreso a las aulas es un hecho trascendental por lo que ha implicado y lo que representará en la sociedad. En primera instancia, porque significa que Guatemala logró superar una enfermedad que causó mucho dolor.
Además, este reencuentro pone de manifiesto la capacidad de las instituciones gubernamentales para recibir a docentes y alumnos con las medidas de bioseguridad pertinentes y el afecto que caracteriza a los connacionales. En este punto conviene detenerse y recordar el esfuerzo que requiere atender a 3.1 millones de escolares, que jubilosos llegan a continuar sus procesos de aprendizaje.
Conviene destacar que el principal reto que superaron las autoridades del Ministerio de Educación (Mineduc) es el relativo a la entrega puntual de los programas de apoyo. Asegurar que los alumnos recibirán desde el primer día de clases alimentación, útiles y seguro médico es un mérito que debe reconocerse, sobre todo cuando se revisa la historia y se constata que esa eficiencia no siempre marcó el actuar de los gobiernos.
El nuevo ciclo lectivo encuentra a una Guatemala diferente, con lecciones aprendidas y superadas. Los maestros, valga reconocerlo, se encuentran mejor preparados y con más herramientas que les facilitarán la enseñanza. Los establecimientos también responden a las exigencias que demandan una educación digna y respetuosa.
En fin, estamos a poco de vivir una nueva empresa en la educación nacional, una historia que debe escribirse en mayúsculas y con toda la convicción que caracteriza a un país más pujante y desarrollado.