Alicia Andueza Pérez
Doctora en Historia del Arte
En su ejecución destacó la carmelita descalza Graciosa de los Ángeles, de la que las crónicas recogen que bordaba con gran primor, como puede comprobarse en el terno referido, obra del segundo cuarto del Seiscientos donde puede apreciarse la calidad y maestría alcanzada en la conjunción del hilo de oro con las sedas de colores.
Por otro lado, ya en el siglo XIX, llevaron a cabo distintas reparaciones y composiciones de ornamentos para las parroquias navarras, como la de San Nicolás de Pamplona. Respecto al papel jugado por las Agustinas Recoletas de Pamplona, en la lectura de sus crónicas se destaca la habilidad que muchas de sus religiosas tuvieron para el bordado y las labores de aguja, especialmente para el servicio de su sacristía, como la madre Josefa de San Francisco o la madre Teresa de los Ángeles, a la que se le debe la llegada del precioso frontal napolitano que se conserva en el convento.
En el siglo XIX se llevaron a cabo distintas reparaciones y composiciones de ornamentos.
Además de la composición y bordado de muchas de las obras que se atesoran en su sacristía, trabajaron para otros templos e instituciones navarras, como ocurrió a finales del siglo XVII cuando llevaron a cabo varias actuaciones en la catedral de Pamplona, como la hechura del terno llamado de Murcia; en 1752, cuando realizaron una capa para San Fermín, o ya en el siglo XIX, cuando se hicieron cargo del palio del Ayuntamiento de Pamplona que se sacaba en la procesión del Corpus y realizaron una capa pluvial para la parroquia de Echalar y un palio para la iglesia de San Nicolás de Pamplona.
En cuanto a las Adoratrices de Pamplona, desde su llegada a la ciudad a finales del siglo XIX, destacaron en las labores de bordado, reparando obras ya existentes, como cuando en 1907, junto con las Josefinas de Pamplona, restauraron el terno de origen madrileño que el obispo de Pamplona, Lorenzo Igual de Soria, había regalado a la catedral cien años antes; o llevando a cabo obras nuevas, como la hechura en 1960 del actual manto de la Dolorosa, el cual, bordado completamente en oro sobre terciopelo negro muestra una gran calidad, a la altura de la importancia devocional que esta imagen tiene para la ciudad de Pamplona.
Continuará…