Dr. Jorge Antonio Ortega G.
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La tendencia apunta hacia la cronificación de conflictos o incluso a aumentos de tensión en algunos escenarios que habían reducido su intensidad como el que enfrenta a Ucrania y Rusia.
Las manifestaciones, debido a las demandas sociales no resueltas, viralizan la inestabilidad a lo largo y ancho del planeta; un ejemplo claro lo constituye la Primavera Árabe.
América Latina enfrenta tres desafíos: su papel en el sistema mundial, la desigualdad y violencia en sus sociedades y la crisis de legitimidad de los modelos políticos y económicos establecidos; a lo anterior se le suma el panorama político con un giro hacia una ideología que fracasó en el concierto de naciones y que va a contrastar en sus relaciones en el continente y con el mundo en sí (Granés, 2022).
Las divisiones ideológicas de derecha e izquierda podrían dificultar el trabajo conjunto hacia la resolución de los problemas económicos y sociales que aquejan a esta región. Este período de transición implica una fase de incertidumbre e incesantes transformaciones a diferentes niveles, que generan una elevada confusión sobre el panorama futuro que podría evolucionar en protestas violentas, terrorismo o intervenciones militares a nivel interno en cada país (Ovalle, 2022).
El proceso de análisis geopolítico puede resolver los enigmas del futuro.
Las guerras perpetuas de Oriente Medio que se consolidan en Siria, Yemen y las tensiones árabe-israelíes en Palestina seguirán siendo puntos de conflicto.
Estas cuentan con la participación de agentes extranjeros y de las principales potencias regionales, que mantienen el equilibrio de las fuerzas en contraposición. Estas se constituyen en válvulas que liberan la presión, su desbordamiento puede provocar la generación de múltiples conflictos y derivar en una guerra global.
A manera de conclusión, el escenario mundial se encuentra en un momento de inflexión y de no retorno, todo, absolutamente todo va en el camino de transformarse y modificar nuestra forma de percibir el entorno geopolítico, algunos cambios serán circunstanciales y poco perdurables, pero que serán los que canalicen hacia una nueva era para la humanidad (Volkan, 2018).
La prospectiva permite desde ya tener una visualización clara y profunda de la crisis mundial que se avecina si no optamos por enfrentar los desafíos del futuro mediato con la seriedad que se merece. Nuestra pervivencia como civilización está en juego a pesar de tener la posibilidad de migrar a otro planeta como alternativa e iniciar de nuevo.
Es increíble, pero los escenarios se expanden y el mundo que conocíamos se fragmenta, la población aumenta y los recursos disminuyen aceleradamente sin control. La crisis global de sobrevivencia de la humanidad se generaliza al igual que la hambruna y contaminación en todo el planeta.
La pandemia de este siglo permitió un momento de descanso para todos los seres vivos y en sí, para nuestro planeta; las fotografías, desde el espacio permitieron ver, comparar y contrastar los grados de contaminación existentes y su degradación, lo cual demuestra que sí es posible cambiar la fatalidad por la esperanza y salvar el mundo de su destrucción.
Mientras no se consolide lo anterior, es necesario tomar decisiones que permitan estabilizar el escenario mundial, lo cual es posible si se le apuesta al uso de la geopolítica en beneficio de todos, sin excepción alguna.
El proceso de análisis geopolítico puede resolver los enigmas del futuro y diseñar un andamiaje que permita lograr metas y alcanzar objetivos en esta dirección. Solo se requiere de voluntad política y participación de los tanques de pensamiento multidisciplinarios para dar una respuesta integral a la problemática de nuestro mundo, antes que terminemos de destruirlo y acabar con nuestra civilización. Está en juego nuestra continuidad como especie y se requiere de un esfuerzo en conjunto hoy, ¡mañana será tarde!