sábado , 23 noviembre 2024
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Cómo compartimos bacterias entre nosotros (II)

Ignacio López-Goñi 

Miembro de la SEM (Sociedad Española de Microbiología) y catedrático de Microbiología 

Es como si nos perdiéramos la información de más de un tercio de la novela: está escrita, pero no sabemos su significado. Es evidente que todavía nos queda mucho por descubrir del mundo microbiano que habita en nuestro interior.

Los bebés de 0 a 3 años comparten con sus madres un 34 por ciento de las bacterias, un porcentaje que aún es mayor durante el primer año de vida en los bebés que han nacido por parto vaginal. Algunas bacterias se transmiten con mayor frecuencia de madres a hijos, como por ejemplo Bacteroides vulgatus y Bifidobacterium longum. Después de los tres años, esa tasa de bacterias compartidas va disminuyendo hasta acabar siendo similar al de las personas que viven juntas. Pero no hay solo transmisión vertical de bacterias de la madre al bebé.

También juega un papel esencial en la composición de nuestra microbiota la transmisión horizontal, es decir, entre convivientes y vecinos. Cuanto más tiempo pasan juntas las personas, más bacterias comparten, sobre todo bacterias de la saliva. El estudio estima también que los mayores de cuatro años que viven en la misma casa comparten un 12 por ciento de las bacterias. Por su parte, los adultos que no habitan juntos, pero viven en el mismo pueblo, comparten un 8 por ciento. Con la edad ese efecto es menor, lo que confirma una mayor resistencia a la colonización en personas mayores.

La composición y la diversidad de la microbiota influyen en nuestra salud. 

Se observa también que los gemelos adultos que no habitan juntos comparten también un 8 por ciento, aunque esa tasa disminuye conforme pasan más años separados. En el caso de los gemelos, existe un efecto genético moderado, ya que los gemelos idénticos (monocigóticos) tienen tasas ligeramente más altas. Las bacterias que más intercambiamos coinciden con las observadas entre madres e hijos, lo que sugiere que los géneros Bacteroides y Bifidobacterium son supertransmisibles, independientemente del modo de transmisión.

¿Significa eso que se transmite el cáncer? Por el contrario, el porcentaje de bacterias compartidas entre personas que viven en pueblos distintos es prácticamente inexistente. Cuando se comparan poblaciones distintas que no tiene ningún tipo de contacto o relación entre ellas, el porcentaje de individuos que no comparten ninguna bacteria es del 97 por ciento.

Es lo que se conoce como tasa de bacterias no compartida, y confirma que compartimos bacterias con nuestros parientes, las personas con las que convivimos o nuestros vecinos, siempre que haya contacto. Lo interesante del asunto es que la composición y la diversidad de la microbiota influyen en nuestra salud. Entender cómo compartimos algunas bacterias entre nosotros es fundamental para controlar ciertas enfermedades.

Este nuevo trabajo refuerza la hipótesis de que algunas enfermedades que consideramos no transmisibles pero que sabemos que están influidas por la microbiota, como el cáncer o la depresión, podrían tener un cierto grado de transmisibilidad.

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