Juan Pablo Sims
Investigador del Centro de Estudios de Relaciones Internacionales
En 2021, los países de la región experimentaron más de 28 900 millones de intentos de ciberataque, representando un aumento del 600 por ciento respecto a 2020. Este fenómeno no es exclusivo de América Latina, incluso el mundo desarrollado se está enfrentando a una fuerte y creciente ola de cibercrimen. Según la Encuesta de Delitos de Inglaterra y Gales, en 2019 hubo 3.8 millones de incidentes de fraude en línea, lo que representó el tercio de todos los delitos cometidos.
Este número ha seguido aumentando desde 2017. Aproximadamente, el 7 por ciento de los adultos fueron víctimas, de los cuales el 75 por ciento perdieron dinero y, de ellos, el 15 por ciento perdieron más de £1 mil. En Estados Unidos, los casos de fraude en internet denunciados aumentaron en 69 por ciento en 2020, con pérdidas totales de $4.2 mil millones de dólares.
No hay crimen organizado a gran escala que no tenga un componente digital.
También están creciendo los delitos que son habilitados por la expansión de las nuevas tecnologías. Por ejemplo, las llamadas telefónicas y los mensajes de texto de spam generados por computador, que buscan engañar a las personas, generan millones en pérdidas cada año.
La tecnología moderna también facilita la perpetración de delitos tradicionales, como el tráfico de drogas, ya que los traficantes utilizan criptomonedas, como Bitcóin, para recibir pagos y mover las ganancias, y programas de comunicación cifrada para organizar sus actividades.
En ese sentido, hoy en día, no hay crimen organizado a gran escala que no tenga un componente digital. Chile se está moviendo lentamente en el asunto. Pareciera ser que todavía no han entendido la velocidad con la que está evolucionando el delito nuestro país y el mundo. Chile necesita soluciones en el corto plazo.