En su más reciente informe sobre el Panorama Regional de Seguridad Alimentaria y Nutricional (SAN) para América Latina y el Caribe, la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO) reconoció que el Programa de Alimentación Escolar, que impulsa el Gobierno por medio del Ministerio de Educación (Mineduc), tiene un valor relevante en el combate de la desnutrición en Guatemala.
Obviamente, la deferencia implica una distinción para el Organismo Ejecutivo, que ha convertido esta iniciativa en uno de sus proyectos insignia. No obstante, es justo anotar que el reconocimiento es extensivo a las Organizaciones de Padres de Familia (OPF) y al magisterio nacional, que unieron esfuerzos con el Mineduc para garantizar la entrega puntual e idónea de esta asistencia.
Paralelo a la buena valoración, la FAO refiere otras dos cualidades del programa: la transparencia en el manejo de los fondos públicos, cuya garantía la otorgan los propios jefes de hogar, y la decisión del Presidente de la República de incrementar el presupuesto del programa, con el fin de abarcar a una mayor cantidad de beneficiados.
De hecho, en 2023, cuando el servicio llegue a los ciclos de básico y diversificado, la cantidad de estudiantes que reciban esta atención subirá de 2.6 millones a 3.1 millones.
La consolidación y ampliación de los compensadores sociales que caracteriza a la actual administración se ha convertido en algo natural, sobre todo porque de esta manera cumple con el eje de Desarrollo Social, de la Política General de Gobierno 2020-2024, que guía las acciones de ministerios y secretarías.
La Alimentación Escolar, así como la Valija Didáctica, la entrega de útiles escolares y el seguro médico son políticas que han permitido el desarrollo pleno del proceso de enseñanza-aprendizaje, pero, sobre todo, han evitado la deserción escolar, un reto que el país empieza a superar y el mundo comienza a reconocer.