Mario Lubetkin Subdirector y Representante Regional de FAO-LAC
Las consecuencias de la pandemia por Covid-19, el conflicto en Ucrania, el cambio climático y la desaceleración económica generalizada han puesto de relieve la lucha contra la inseguridad alimentaria en el debate público mundial, y América Latina y el Caribe no están al margen. El aumento de los precios de los fertilizantes y de los alimentos tiene efectos inevitables.
La región vive en una permanente contradicción, ya que podría producir alimentos para más de 1300 millones de personas; es decir, el doble de su población, pero registra altos niveles de hambre, inseguridad alimentaria y malnutrición, incluso superando los promedios mundiales. Las soluciones y medidas de respuestas deben ser tangibles y ser implementadas de manera conjunta, diseñadas con mayor sostenibilidad y resiliencia y reconocer que los procesos de integración y cooperación regional son más necesarios que nunca.
En ese sentido, trabajar juntos por la transformación de los sistemas agroalimentarios es una oportunidad de fortalecer estrategias intersectoriales y transversales; y de reafirmar un compromiso político regional para combatir el hambre y la pobreza. Desde la FAO hemos reforzado nuestra asistencia técnica para apoyar los procesos de articulación regional y a los gobiernos en la construcción de herramientas que contribuyan a reducir el impacto de esta situación.
Trabajar juntos por la transformación de los sistemas agroalimentarios es una oportunidad.
En la última Conferencia Regional de FAO, los Estados miembros de la Organización definieron sus prioridades para abordar los desafíos que enfrentan los sistemas agroalimentarios; de lo contrario, los efectos podrían ser irreversibles si no se toman medidas de respuesta inmediatas.
Junto a la Presidencia Pro Tempore de la Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños (Celac), estamos trabajando para identificar alternativas de recuperación que reconozcan las contribuciones del sector agroalimentario, y hemos expresado nuestra disposición de brindar asistencia técnica para fortalecer y actualizar durante el 2023, el Plan de Seguridad Alimentaria, Nutrición y Erradicación del Hambre, Plan SAN-Celac, que fue aprobado por los gobiernos en 2015.
En un contexto desafiante y con recursos económicos limitados, prepararnos para un proceso de integración regional sobre estos temas demanda recomendaciones y evidencia técnica para la toma de decisiones que contribuyan a hacer más eficientes las inversiones públicas y privadas y mejoren la seguridad alimentaria y la nutrición de las personas.
Es por eso que, junto a cuatro agencias de Naciones Unidas, preparamos el informe del Panorama Regional de la seguridad alimentaria y nutricional 2022, que incluye un profundo estudio sobre las relaciones entre la calidad de la dieta, la seguridad alimentaria y la nutrición.
La región registra el costo más alto de una dieta saludable a nivel mundial, y si no nos hacemos cargo cuanto antes, esto tendrá graves consecuencias en la inseguridad alimentaria, la desnutrición crónica, el sobrepeso y la obesidad y un impacto en el desarrollo social y económico de la región, alejándonos del cumplimiento de la Agenda 2030; y vulnerando el derecho a la alimentación adecuada de millones de habitantes en la región. Durante los últimos años, los gobiernos y otros actores claves han realizado importantes esfuerzos y desarrollado experiencias en el proceso de recuperación socioeconómica.
La FAO acompaña a sus Estados miembros en la construcción de los mecanismos más adecuados para el diseño e implementación de políticas que contemplen las realidades locales, los problemas estructurales y las condiciones internacionales, reduciendo la exposición de la región a la inseguridad alimentaria y la malnutrición.