sábado , 23 noviembre 2024
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Algunos datos sobre la limosna pecuniaria (III)

Ricardo Fernández Gracia 

Cátedra de Patrimonio y Arte Navarro

Imágenes limosneros y cajetas: Las reproducciones de célebres imágenes salían de algunos santuarios, en sus urnas y cajetas, para ir a la demanda. Tal era el número de postulantes que las autoridades civiles redujeron, en diversas ocasiones, el número de santuarios con autorización para pedir.

En las Capuchinas de Tudela, se conservaban varios Niños Jesús en sus urnas para tal función. Una estampación en papel que acompañaba, a modo de cédula, para repartir a los donantes, llevaba grabada la siguiente inscripción: “Mis queridas mis esposas/desde Tudela me enbían/y en vuestra piedad confían. ¡O amas tiernas y piadosas!/Dicen todas congojosas/que han caído en fatal olvido/y como yo de ellas cuido/como amante enamorado /a tí que tanto te he dado una limosna te pido”.

Pese a que la mencionada estampa está encabezada por un pequeño Corazón de Jesús con todos sus elementos simbólicos y pese a haber sido el convento de Tudela abanderado en la nueva devoción deífica, el texto de la inscripción parece estar destinado a los benefactores de las Capuchinas de Tudela.

No podemos dejar de evocar aquí el célebre lienzo de José María Rodríguez Acosta.

Concretamente, las estampaciones de esa matriz se destinaban a repartirse por parte de los hermanos y donados de la casa en sus “veredas” a lo largo de Castilla, Vascongadas, Aragón y Valencia, adonde acudían a recoger frutos y limosnas para las religiosas, acompañados siempre por los famosos Niños Jesús en sus capillitas, cual limosneros en continuo viaje. No podemos dejar de evocar aquí el célebre lienzo de José María Rodríguez Acosta, titulado Con el santo y la limosna (1914), en donde el peticionario, con escapulario y callado, se acompaña de una hermosísima escultura del Niño Jesús.

En cuanto a los santuarios, se han conservado varias cajetas; por ejemplo, las de las Vírgenes del Remedio y del Milagro de Luquin, Codés, Legarra de Lizasoáin, o San Miguel de Izaga, San Tirso de Esparza de Salazar, San Gregorio Ostiense y Santa Felicia de Labiano. Sirva de ejemplo el de Luquin, en donde sabemos que sus limosneros se desplazaban hasta la Berrueza, Valdega, la Solana, Echauri, Yerri, Orba y Araquil y pueblos como Lerín, Peralta, Artajona, Andosilla, Sesma, Cárcar, Lodosa, Falces, Milagro, Valtierra, Mañeru y Salvatierra.

Siempre lo hacían, como en otros casos, acompañados de la limosnera con las imágenes grabadas o en pequeñas reducciones escultóricas de sus imágenes. En la pintura del siglo XX encontramos como protagonistas a algunos sacristanes y limosneros con sus cajetas. Entre los más destacados citaremos al célebre Cristero, obra de Miguel Pérez Torres (c. 1918-1919), que guarda el ayuntamiento de la capital de la Ribera.

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