Daniel Dols Bruno
Revista Nuestro Tiempo
Se mudaron de nuevo a California, a Los Ángeles, y la joven promesa enseguida se consolidó como escritora y se convirtió en joven madre: se estaba duchando y rompió a llorar cuando John le dijo que les habían llamado del Saint John’s Hospital de Santa Mónica para avisarles de que tenían “un bebé precioso” y que si querían adoptarlo. La llamaron Quintana Roo. En un viaje a México vieron el nombre en un mapa y se prometieron que, si algún día tenían una hija, se lo pondrían.
En 1968 publicó Arrastrarse hacia Belén, una serie de textos sobre California. Los que dedicó al movimiento hippie recibieron el aplauso de la crítica y del público. Dos años después se imprimió su segunda novela, Según venga el juego. Es una de las cien mejores en lengua inglesa del periodo 1923 – 2005 según la revista Time. Su marido y ella la adaptaron al cine en 1972. Ya habían empezado a escribir guiones el año anterior (Pánico en Needle Park, 1971) y siguieron después con Ha nacido una estrella (1976).
En 1968 publicó Arrastrarse hacia Belén, una serie de textos sobre California.
Su casa se volvió el epicentro de la vida social de Los Ángeles: Janis Joplin se pasaba después de los conciertos a beber un coñac Benedictine servido en un vaso de agua; Warren Beatty se enamoró de Joan e iba a cada noche a probar suerte, Patti Smith se hizo amiga de la familia, Martin Scorsese o Steven Spielberg se dejaban caer de vez en cuando. Joan y John se ganaron la fama de grandes anfitriones y una de las pocas veces que cortaron una fiesta fue porque Didion encontró drogas alrededor de la cuna de Quintana.
En 1979 editó El álbum blanco, una exitosa recopilación de textos sobre los aspectos clave de los sesenta y setenta. Estos artículos hicieron que Tom Wolfe la incluyera entre los máximos representantes de lo que él denominaba Nuevo Periodismo, junto con Gay Talese, Truman Capote, Hunter S. Thompson, su marido John y Barbara Goldsmith, la única mujer en la lista además de Didion.
Los encargos y proyectos personales no faltaron durante esos años, en los que también colaboraba con regularidad en Life, The New Yorker o The New York Review of Books. Cuando Didion tenía que trabajar, preparaba por la noche el almuerzo de Quintana del día siguiente, se quedaba hasta las dos o tres de la mañana escribiendo, luego se tomaba una copa y leía algo de poesía antes de irse a la cama. Por la mañana, John acompañaba a su hija al colegio “y ella bajaba caminando la escarpada colina.
Continuará…