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Con la imagen de Francisco frente al féretro de su predecesor, Benedicto XVI, tras el funeral, concluyó la época de los dos papas, en la que después de un primer momento de sorpresa se consiguió un importante equilibrio entre las dos áreas de la Iglesia, una más progresista y la otra, conservadora.
El féretro con los restos mortales del papa emérito Benedicto XVI (Joseph Ratzinger) fue trasladado desde la plaza de San Pedro, donde se expuso para la misa, a las Grutas Vaticanas, donde fue enterrado en la tumba que perteneció a San Juan Pablo II.
12 sediarios portaron el féretro.
El ataúd fue llevado por 12 sediarios, los portadores de las antiguas sillas gestatorias, y los fieles en la plaza de San Pedro saludaron con un fuerte aplauso.
Antes de entrar en la basílica, el papa Francisco que presidió el funeral se detuvo de pie algunos minutos delante del féretro y puso su mano sobre él.
95 años tenía Joseph Ratzinger, el papa emérito Benedicto XVI.
Los cerca de 130 cardenales que asistieron al funeral también entraron en la basílica para el saludo final mientras sonaban las campanas de San Pedro.
La caja de ciprés fue encajada en otra de zinc de cuatro milímetros de espesor, a su vez empotrada en otra de madera de olmo barnizada.
Sobre esta última colocaron un sencillo crucifijo, el escudo del pontífice difunto y una discreta lápida, en la que está escrito en latín el nombre del papa y las fechas de su nacimiento y muerte.