Patricia Orantes Alarcón
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Recuerdo que fue en febrero de 2004 cuando llegué a la sala de redacción de un mautino que ya no existe a efectuar la prueba para redactar una nota informativa. Ese fue el primer paso que di para incorporarme a mi carrera profesional como comunicadora social.
En marzo de ese mismo año, me incorporé a un equipo de periodistas profesionales con una gran trayectoria en el periodismo. De ellos, aprendí a buscar la información, a cuestionar a las fuentes y sobre todo a encontrar el enfoque noticioso de cada nota.
El primer día en la redacción fue memorable, el ir a reportear fue ese primer contacto en frío con la fuente; en este caso, gubernamental. Tengo grabado en mi memoria cuando la editora de la sección me cuestionó sobre el boletín repartido en la conferencia de prensa y al no tener más respuesta que la información allí contenida, tuve que llamar al vocero para aclarar esas dudas, venciendo el nerviosismo y el miedo a preguntar.
Ese día también aprendí a redactar empleando las 6W del periodismo: qué, quién, cómo, cuándo, dónde, por qué, respondiendo cada una de estas preguntas en un párrafo. Fue precisamente en ese momento donde me di cuenta que la teoría distaba mucho de la práctica, es decir, lo visto en la universidad no era ni cercano a la forma de escribir en un periódico con una línea editorial definida y de mucho prestigio.
Esta profesión requiere habilidades orales y escritas, pero es vital el autocontrol y la búsqueda de soluciones ante los imprevistos, aprendiendo a lidiar con situaciones.
Tuve la suerte y la bendición de trabajar con dos grandes mentoras que con mucha paciencia me enseñaron a ser más precisa y concisa al momento de redactar, así como a titular de manera correcta cada una de las notas publicadas.
El firmar una nota es de gran responsabilidad tanto para el periodista como para el equipo editorial, ya que se informa a la población de manera objetiva. Aprendí a redactar notas desde breves de 300 a 500 caracteres hasta reportajes de dos páginas (5 mil caracteres), empleando el manual de estilo del periódico, buscando siempre destacar datos o estadísticas con numeralia o recuadros destacando una frase, esto con la finalidad de agilizar la lectura y hacer el texto más comprensible.
El tiempo que laboré allí fue uno de los más significativos en mi carrera como comunicadora porque me dio muchas herramientas y competencias como la de la investigación, análisis, síntesis y redacción periodística o de cualquier texto.
El siguiente escalón en esta carrera de comunicadora fue el desempeñarme como relacionista pública en una reconocida agencia de comunicación, donde aprendí el manejo de cuentas corporativas y el entregar resultados de acuerdo con la estrategia o plan diseñado para cada uno de los clientes.
Entre los aprendizajes de esta etapa están el establecer relaciones a largo plazo tanto con los clientes como con los periodistas, conocer cuáles son sus intereses y establecer una comunicación asertiva como base de las relaciones interpersonales.
Fue una etapa interesante donde apliqué las lecciones de periodismo, como las técnicas de redacción, el titular con una frase contundente y explicativa, así como el hilvanar cada uno de los párrafos, priorizando la información de las más importante al cierre.
Puedo decir que el mayor aprendizaje puesto en marcha fue el desarrollar textos con enfoque noticioso, de utilidad para el periodismo y de beneficio para el lector.
Han pasado más de 15 años desde que conocí y laboré en aquella grandiosa redacción (donde todo el equipo laboraba con una meta en común, informar a los guatemaltecos) en las que he combinado tanto el periodismo con las relaciones públicas, especialmente el relacionamiento con los medios de comunicación. Sin duda, elegí una carrera polifacética. Agradezco por estas oportunidades de crecimiento profesional y personal.